LA COMUNIDAD CHINA EN LA COSTA ATLANTICA DE COSTA RICA: LOS PRIMEROS INMIGRANTES
- Moisés León
- 22 sept 2020
- 76 Min. de lectura
Actualizado: 27 sept 2023
Moisés León, PhD
PRĆLOGO, Dedicatoria
CAPĆTULO 1: Introducción
1. Introducción al Estudio
1.2 Confrontaciones Ćtnicas y Raciales en el Mundo de Hoy
1.3 El Valor de la Cultura
CAPĆTULO 2: La Costa AtlĆ”ntica: Contexto Socio-Histórico
(Notas al Final del Capitulo
CAPĆTULO 3: Origenes y Antecedentes
3.1 OrĆgenes y Antecedentes de los Inmigrantes Chinos
3.2 China Durante el Siglo Diecinueve
CAPĆTULO 4: Migraciones Chinas a AmĆ©rica
4.1 Destino: La MontaƱa de Oro
4.2 Principales PaĆses Que Recibieron Migrantes Chinos
4.2.1 Estados Unidos de NorteamƩrica
4.2.2 Cuba
4.2.3 MƩxico
4.2.4 PanamĆ”
4.2.5 Guyana BritƔnica
4.2.6 PerĆŗ
(Notas al Final del Capitulo)
CAPĆTULO 5: Primeras Migraciones Chinas Bajo Contrato
5.1 El Primer Grupo de Inmigrantes Chinos (1855)
5.2 Los Labradores Chinos en el Ferrocarril (1873)
5.3 La Huelga China en el Ferrocarril (1874)
(Notas al Final del Capitulo)
CAPITULOS y ANEXOS PENDIENTES: Migraciones Subsecuentes, Vida en el Sur de China, Familia, Organizaciones Social, Comercio; BibliografĆa. Anexos: Contratos de 1872 y 1887. Archivo de Chinos, Leyes que Afectaron Migración China a Costa Rica, Limon Directory, Otros.
PRĆLOGO
El estudio que se presenta a continuación es un resumen selectivo traducido al espaƱol de la tĆ©sis āChinese Immigrants on the Atlantic Coast of Costa Rica: The Economic Adaptation of an Asian Minority in a Pluralistic Societyā, presentada en 1987 en la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, para optar por el tĆtulo de PhD. (doctorado acadĆ©mico) en AntropologĆa por MoisĆ©s León Azofeifa.
Como todo relato histórico, la información contenida tiene un marco de referencia histórica limitado que debe ser tomado en cuenta al interpretar la información. La selección de secciones escogidas y resumidas de la tesis, y la traducción de las mismas, las realizó el autor del estudio.
Moisés León A.,
San JosƩ, Costa Rica
Enero, 2020
DEDICATORIA
i. No quiero que mi casa estƩ rodeada de muros
por todos los costados y las ventanas trancadas;
Quiero que las culturas de todas las tierras
Soplen dentro de mi casa tan libremente como
sea posible,
Pero, me niego a dejar que
ninguna cultura arrase conmigo.
Mahatma Gandhi
(āI do not want my house to be walled in on all sides
and my windows to be shuttered.
I want the cultures of all lands to be blown
about my house as freely as possible.
But I refuse to be blown off my feet by any.ā)
ii. El Mundo en el cual nacimos no es mƔs que un modelo
de la realidad. Otras culturas no son intentos fallidos de ser como nosotros. Son manifestaciones Ćŗnicas del espĆritu humano.
Wade Davis
(āThe World in which we were born is just one model
of reality. Other cultures are not failed attempts at being like us. They are unique manifestations
of the human spirit.ā)
CAPĆTULO 1
1.1 INTRODUCCIĆN AL ESTUDIO
El presente estudio constituye un esfuerzo por documentar la historia de la evolución social de la población china que se asentó en la sociedad multicultural de la Costa AtlÔntica de Costa Rica, a partir del siglo XIX, basÔndose principalmente en las experiencias que relata la comunidad china de la Costa. Dicha documentación ha dependido grandemente de la historia oral expresada por antiguas generaciones chinas asentadas en esa región.
Este estudio es, principalmente, un esfuerzo descriptivo, guiado por un nĆŗmero de preguntas que se aplican a otras minorĆas Ć©tnicas en la sociedad de la Costa: ĀæCuĆ”les fueron las principales formas de adaptación social y económica de los inmigrantes? ĀæQuĆ© tipo de relaciones mantuvieron con la cultura madre? Con respecto a las formas de adaptación, Āæcontribuyeron, o inhibieron el proceso de aculturación y asimilación a la sociedad dominante?, y, por Ćŗltimo, ĀæquĆ© ha sucedido con las nuevas generaciones?
De tal manera, el estudio ha tenido que enfocar un periodo histórico definido por la existencia de fuentes etnohistóricas, principalmente los inmigrantes mismos y sus descendientes. Los inmigrantes chinos mĆ”s viejos que participaron en el estudio arribaron a la Costa AtlĆ”ntica durante la dĆ©cada de 1910-1920. Los documentos oficiales sobre la historia de la costa, principalmente los libros de actas de la municipalidad de Limón, centro polĆtico y social de la costa, ofrecen información importante sobre la adaptación económica de la comunidad china a partir de 1902, aƱo en que se estableció el municipio. TambiĆ©n, la información sobre los inmigrantes chinos a Costa Rica previa al siglo XX, se encuentra en el trabajo de Fonseca, 1979. Este estudio toma en cuenta y discute esa información y se extiende hasta la dĆ©cada de 1970, pero debido a la complejidad y dinĆ”mica de la sociedad china contemporĆ”nea en la costa, se excluye un tratamiento profundo de la realidad social de los chinos desde ese tiempo al presente.
AdemĆ”s de intentar llenar un vacĆo notable con respecto a estudios de campo sobre los chinos y otros migrantes asiĆ”ticos en Costa Rica (su ausencia es evidente en todo el istmo centroamericano), este estudio ha adquirido relevancia adicional, debido a algunos conflictos recientes relativos a la inmigración de chinos a Costa Rica, quienes, aparentemente, ingresaron para trabajar en condiciones irregulares en algunos restaurantes chinos del paĆs. Estos incidentes fueron reportados en todos los principales periódicos de Costa Rica durante los meses de julio y agosto de 1987.
Sin embargo, este estudio no incluye a la población china asentada en la costa pacĆfica del paĆs - Guanacaste y la provincia de Puntarenas- ni en el Valle Central de Costa Rica. No obstante, es evidente para el autor que gran parte de la información sobre la adaptación de los chinos en la Costa AtlĆ”ntica se aplica a los mismos en la costa pacĆfica, debido a la similitud de los procesos socio-históricos de las dos poblaciones y el desarrollo social de ambas regiones. Los chinos que se asentaron en el valle Central, enfrentaron condiciones sociales un tanto mĆ”s complejas, dignas de mayor estudio.
1.2 CONFRONTACIONES ĆTNICAS Y RACIALES EN EL MUNDO DE HOY
El mundo se vuelve mĆ”s pequeƱo cada dĆa, gracias a la televisión y otros medios electrónicos que nos mantienen informados y nos acercan a los principales acontecimientos en los mĆ”s distantes rincones del planeta. De esta manera, logramos conocer con curiosidad, y aprehensión, un mundo de gran diversidad. No cabe duda, vivimos en una aldea global, nos conocemos a medias, sin saber apenas quiĆ©nes somos y quiĆ©nes son los otros que vemos en las pantallas, gracias a las miles de imĆ”genes y mensajes que bombardean nuestra atención a diario.
Es asĆ como las sociedades se acercan unas a otras a travĆ©s de mĆŗltiples medios, pero la falta de conocimiento entre ellas trae consigo la desconfianza y conduce a conflictos sociales y raciales, los cuales parecen tener base en la incertidumbre y el temor acerca de los motivos e intenciones de aquellos a quienes vemos como extranjeros, forĆ”neos, competidores y extraƱosā¦- es decir, ālos otrosā. MĆ”s aĆŗn, las diferencias reales o percibidas entre los diferentes grupos se acentĆŗan cuando, al mismo tiempo, las sociedades se ven enfrentadas a una fuerte competencia por fuentes de trabajo y por recursos naturales como el petróleo, el agua y la tierra, que cada vez se tornan mĆ”s escasos.
Diariamente, en la televisión se muestran trĆ”gicas noticias sobre algĆŗn brote de violencia racial, Ć©tnica y religiosa en alguna parte del mundo - y no precisamente en el mundo primitivo o sub-desarrollado, como algunos llamarĆan a las regiones menos urbanizadas del Globo- sino en ciudades como ParĆs, Los Ćngeles, Nueva York, Ćfrica del Sur, Bagdad entre otras.
A su vez, blancos y negros se enfrentan violentamente en las calles de Los Ćngeles, o en Ćfrica del Sur, ofreciendo imĆ”genes grotescas que tienen como telón de fondo los enfrentamientos milenarios que ocurren diariamente entre musulmanes y cristianos en el Medio Oriente.
AsĆ mismo, hace unas dĆ©cadas, en Yugoslavia, serbios y croatas se destrozaban por separar sus comunidades y sus destinos, otrora compartidos. Y en la Europa Occidental, cuna de la civilización moderna, grupos de jóvenes alemanes, franceses, y espaƱoles se lanzaban contra los inmigrantes de paĆses vecinos del sur, como Algeria y TurquĆa, que "tercermundizaban" sus ciudades, los apedreaban, quemaban sus barrios, y se volcaban con inusitada violencia contra gentes, cuyo gran pecado consistĆa en que no compartĆan con los habitantes locales ni el color de su piel, ni su cultura.
De igual manera, cruzando el AtlĆ”ntico, en la gran cosmópolis de Nueva York, un hombre caribeƱo de piel oscura, empujado por la adversidad personal, llega hasta el extremo de percibir las diferencias de color como sĆmbolo de odio racial e imperativo de exterminación, y procede a ametrallar a mansalva a ocho pasajeros en el tren subterrĆ”neo que se dirige a esa ciudad desde Long Island, causando consternación en toda la sociedad norteamericana y un nuevo episodio de angustiosas auto-incriminaciones y 'mea culpas' para muchos ciudadanos, sobre los conflictos raciales que aquejan a esa sociedad. Y es aquĆ donde algunos hacen pausa para recordar las palabras del poeta inglĆ©s John Donne, cuando hacĆa ver (en 1624) que todos compartimos un mismo destino: āNingĆŗn hombre es una isla, separado y completo por sĆ mismo,⦠cada cual es una parte del continente, parte de una misma tierraā -(No man is an island entire upon himselfā¦everyman is a piece of the continent, a part of the main.) (Donne, 1624).
En Costa Rica, la historia de las relaciones entre las diferentes culturas y razas que habitan su territorio presenta algunas pĆ”ginas oscuras, cargadas de abuso y persecución contra la población indĆgena y contra los esclavos negros durante el perĆodo colonial. DespuĆ©s de la abolición de la esclavitud en 1821, el abuso y maltrato se extendió a los asiĆ”ticos que arribaron al paĆs para trabajar en la construcción del ferrocarril, necesitado de mano de obra barata. Tanto los chinos como los negros sufrieron desde esos tiempos hasta mediados del siglo XX la imposición de leyes y decretos que pretendĆan limitar sus movimientos y su estadĆa en el paĆs.
Sin duda, la mayorĆa de los costarricenses reclamarĆa que su sociedad no es racista; sin embargo, las minorĆas Ć©tnicas y raciales que viven actualmente en el paĆs reconocen muy claramente, y asĆ lo han denunciado, un sinnĆŗmero de manifestaciones, algunas muy sutiles, de racismo y etnofobia que el ciudadano comĆŗn no puede dejar pasar desapercibidas, menos en una sociedad que se precia de sus valores cristianos y de su respeto por los derechos humanos. Basta con referirse a algunas importantes obras históricas y literarias sobre los negros y los chinos durante la construcción del ferrocarril al AtlĆ”ntico (Duncan y MelĆ©ndez ,1981; De La Cruz, 1984; GutiĆ©rrez, 1981; Fallas, 1969); a la membresĆa de algunos prestigiosos clubes sociales de San JosĆ©; y al lenguaje diario del hombre de la calle, cargado de chistes, estereotipos y clichĆ©s respecto a los polacos, los negros, los chinos, los nicas, y otros.
En este sentido, vale la pena recordar que en 1935 (Gaceta Oficial, 1935 II) se prohibió a los trabajadores negros de la Costa AtlĆ”ntica viajar a la región pacĆfica del paĆs a trabajar con la compaƱĆa bananera United Fruit Company, que se trasladaba a esa región; (prohibición que no impedĆa a la comunidad negra visitar y residir en San JosĆ©, aunque existe la creencia popular de que era asĆ). A pesar de su amplia experiencia en las plantaciones y ferrocarriles, y de su bien establecida presencia en el paĆs, los trabajadores negros fueron obligados a permanecer en la Costa. No fue sino hasta 1950 que la población negra de la Costa AtlĆ”ntica, aun habiendo nacido en el paĆs, pudo solicitar al gobierno el reconocimiento legal de su nacionalidad costarricense y de su residencia en el paĆs, (Gaceta Oficial, 1950, II).
Igualmente, durante esa Ć©poca, en un paĆs vecino se intentó extraditar a los comerciantes chinos, en lo que se llegó a conocer entre algunos lĆderes chinos de Limón como la "Revuelta Paiba" de 1943, que exigĆa a los comerciantes chinos del paĆs a vender sus negocios al gobierno, pero el gobierno ni siquiera contaba con fondos para expropiarles los bienes que habĆan acumulado. Por esa razón, segĆŗn cuentan los descendientes de los comerciantes involucrados, y en parte gracias a la vigilancia del cónsul chino en los EE UU y MĆ©xico, los gobiernos de Costa Rica y PanamĆ” se vieron obligados a desistir en su intento. Cabe decir que el incidente mencionado fue solamente uno en una cadena de tales intentos promovidos por los gobiernos de paĆses con migrantes chinos.
MĆ”s grave aĆŗn, y difĆcil de reconciliar con la imagen popular de una Costa Rica democrĆ”tica, ha sido la situación de algunas comunidades indĆgenas que residen indistintamente a ambos lados de la frontera entre Costa Rica y PanamĆ”, que, en lo que aparenta ser una situación de "olvido histórico" por parte del Estado, no obtuvieron su cĆ©dula de identidad sino hasta 1993, a pesar de ser ellos los primeros pobladores del territorio nacional, y de que sus culturas ofrecen un legado histórico de muy alto valor para la sociedad costarricense y la región.
Por lo tanto, es imprescindible superar las barreras sociales que se erigen sobre el miedo, la ignorancia y el falso orgullo, a travĆ©s de un mayor conocimiento de las realidades sociales y culturales de los grupos que conviven en una sociedad. Es necesario conocer su historia y sus creencias, aprender acerca de sus conocimientos y costumbres, en la esperanza de poder apreciar, algĆŗn dĆa, las vivencias históricas de otros, y valorar como un atractivo social, y un bien de toda la humanidad, las diferencias culturales y raciales. AsĆ como valoramos la biodiversidad, debemos apreciar la diversidad cultural, por las oportunidades que nos brinda para conocernos mejor a nosotros mismos, asĆ como para disfrutar de mĆŗltiples maneras la experiencia de vivir, y para experimentar con diversas formas de vida que le ofrecen a la sociedad y al planeta los diferentes modelos, estilos y medios de sobrevivencia de cada cultura. Conviene agregar que anĆ”logamente al āvigor hĆbridoā de la biologĆa, que resulta en individuos cada vez mĆ”s resilientes, las mezclas culturales producen sociedades mĆ”s adaptables, mĆ”s fuertes para enfrentar los cambios sociales, al mismo tiempo que permiten a los ciudadanos un margen mĆ”s amplio de satisfacciones, como la variedad en las comidas internacionales, la mĆŗsica, el baile, y tantas otras tradiciones culturales.
Morton Fried agrega: āSi nos interesa la cultura, sus procesos y desarrollo, y las maneras en que los portadores de una cultura responden ante situaciones en las cuales su forma de ser debe verse alterada para que puedan sobrevivir y florecer, entonces vale la pena estudiar las comunidades chinas (de ultramar) por representar estas una fuente de gran riqueza adaptativaā (Fried, 1954, p. 55).
Estas consideraciones adquieren un valor trascendental ante los cambios imprevistos del futuro, algunos de los cuales, como el calentamiento global, se ciernen sobre el horizonte contemporĆ”neo de todas las sociedades e indudablemente conllevan grandes cambios adaptativos. De no lograr una mayor comprensión del valor de la cultura, tendremos que aceptar como un hecho los pronósticos, cada dĆa mĆ”s preocupantes de algunos expertos, como el profesor Samuel Huntington de la Universidad de Harvard, quien opinaba unos aƱos antes del acto terrorista de Setiembre 11, 2002 en Nueva York, que la amenaza mĆ”s grande que se cierne sobre la estabilidad global la constituye el enfrentamiento entre las grandes regiones culturales del mundo: Occidente, Asia, y el Mundo IslĆ”mico, (Newsweek, Nov. 22, 1993).
1.3 EL VALOR DE LA CULTURA
DetrĆ”s del mostrador, en una tienda del barrio Los Corales de Puerto Limón, un hombre chino manipula rĆ”pidamente unas bolitas negras ensartadas dentro de una caja de madera- se trata de un Ć”baco chino, que en un tiempo se usó en las escuelas de Costa Rica para enseƱar a los niƱos aritmĆ©tica bĆ”sica- el cual sostiene con la otra mano, mientras revisa la mercaderĆa de un cliente.
En un abrir y cerrar de ojos, y sin titubear, el chino Yeng le indica al cliente el monto de su cuenta. Sus movimientos son tan rĆ”pidos que se hace difĆcil seguirlo y entender los cĆ”lculos que lleva a cabo, asĆ es que me propongo volver al dĆa siguiente con mi calculadora de bolsillo para compararla con su destreza usando el Ć”baco. Antes de retirarme le pido que me enseƱe cómo maneja su pequeƱa calculadora y con vertiginosa rapidez repite algunas operaciones imposibles de seguir con la vista. Definitivamente, es tan rĆ”pido con su Ć”baco chino como un buen conocedor de una calculadora electrónica, de esas que abundan en los comercios en general.
Al igual que muchos otros comerciantes chinos en Costa Rica, el Sr. Con continúa usando la calculadora milenaria de las culturas de Asia, el Ôbaco que trajo del sur de China hace muchos años y que no ha pasado de moda para él. Este artefacto, bien usado, funciona igual o mejor que los aparatos modernos, pero no se daña fÔcilmente. AdemÔs, con mucho orgullo, don Yeng mantiene viva una parte de su cultura y de su pasado que aprendió de su padre, otro comerciante como él, originario del Imperio Celeste, como se auto-denominaba con imponencia histórica la República Popular China.
No lejos de ahĆ, en un barrio modesto de Limón, MarĆa, "la China", mira fijamente a travĆ©s de la ventana de su pequeƱa pulperĆa, para que no la distraigan, y trata de repetir correctamente, sin mucho Ć©xito, el nĆŗmero "catorce" ante un cliente. ReciĆ©n llegada de Hong Kong, apenas conoce una veintena de nĆŗmeros en espaƱol y los nombres de algunos artĆculos de pulperĆa. Pero eso no la asusta porque, junto con su esposo y dos niƱos, ya tiene un pequeƱo negocio para poder sobrevivir lejos de su tierra natal; pulperĆa que, en la experiencia de otros, crecerĆ” hasta convertirse en una importante fuente de ingresos para la familia. Es curioso que MarĆa, una China joven, no hace uso de un Ć”baco para sumar la cuenta de sus clientes.
Igual que ellos, muchos otros inmigrantes en esta tierra de la Costa y otras "tierras prometidas" han pasado por la experiencia de tener que aprender los aspectos mƔs elementales de una cultura totalmente desconocida para ellos. No obstante, aƱos despuƩs, ya plenamente adaptados a la sociedad local, mantienen muy vivos y muy presentes los aspectos mƔs importantes de la cultura de sus antepasados.
CAPĆTULO 2
LA COSTA ATLĆNTICA: CONTEXTO SOCIO-HISTĆRICO
La Costa AtlĆ”ntica de Costa Rica es una región costera tropical que corresponde a la provincia de Limón- Ćŗltima de las siete provincias del paĆs en ser poblada y establecida como unidad polĆtico-administrativa (1902). El territorio de la costa se ubica entre los grados 9ā30 y 10ā30 al norte del ecuador, dentro de las longitudes 82 °30āā y 84°00ā. Es, por lo tanto, una tierra caliente y hĆŗmeda de bosques lluviosos tropicales, con abundante precipitación que en algunas partes de la costa alcanza el extraordinario nivel de 5,466.mm anuales, particularmente en la zona norte (Servicio Meteorológico Nacional, Octubre, 1987).
La provincia limita con Nicaragua al norte y con PanamĆ” al sur. Hacia el oeste, la provincia bordea la cordillera Central, que ubicada aproximadamente en el centro del paĆs lo divide en partes iguales, y se extiende en dirección noroeste a sureste, convirtiĆ©ndose en la cordillera de Talamanca, limĆtrofe con PanamĆ”. El lĆmite este de la provincia es el mar Caribe, el cual presenta una costa regular, con pocas Ć”reas de aguas profundas para el establecimiento de puertos de gran calado. Actualmente, la costa cuenta con dos puertos inter-oceĆ”nicos: el puerto de Limón (en la ciudad del mismo nombre) y el puerto de MoĆn, situado 4 kilómetros al norte del primero.
Hacia el norte del territorio, la provincia contiene grandes extensiones de bosques y pantanos de tierras bajas. Hasta aƱos recientes, el Ćŗnico acceso a esta región era por medio de los canales de Tortuguero, canales artificiales que conectan lagunas naturales que ocurren en la desembocadura de los rĆos de la región- Parismina, Matina, Tortuguero, Colorado y San Juan- y se ubican a lo largo de la costa, a veces apenas a unas decenas de metros de las aguas del Caribe, hasta la frontera con Nicaragua. Esta región tambiĆ©n es conocida como las planicies de Tortuguero y SarapiquĆ, y, actualmente, experimenta un rĆ”pido desarrollo debido a actividades productivas como la producción de banano, piƱa, y la crĆa de ganado de engorde, para la exportación. La región tambiĆ©n ofrece oportunidades para el turismo de recreación y aventura, especialmente en la parte norte, donde se encuentra el parque nacional Tortuguero y la barra del rĆo Colorado.
Hacia el sureste de Limón se encuentra la costa de Talamanca, que contiene amplias extensiones de tierras hĆŗmedas y planas donde se produce banano y cacao. Hacia el Oeste, a lo largo de la costa, se yerguen las estribaciones, montaƱas y cerros de Talamanca que forman la cordillera del mismo nombre, donde se encuentran las reservas indĆgenas de los grupos amerindios cabĆ©car y bribrĆ, colectivamente conocidos como los indios de Talamanca (Gabb, 1875: Stone, 1962).
En tiempos precolombinos estos grupos compartieron el territorio de la costa con otros grupos destacados como los huétares, cuya impresionante producción de objetos socio-técnicos hechos de oro se relaciona directamente con las culturas tairona, quimbaya, sinú y chibcha de Colombia (Stone 1972:25; Ferrero 1975: 356-374).
Durante la época histórica, también estuvieron presentes en la región grupos de pescadores temporales (conocidos como zambos mosquitos) y pescadores afro-jamaiquinos (FernÔndez 1976: 399), los cuales se dedicaban principalmente a la pesca de tortuga (Palmer 1977: 35-42; FernÔndez Guardia 1974:53: Gabb 1981:66).
En la dĆ©cada de 1790, hispanos criollos y mestizos de la Meseta Central establecieron los primeros asentamientos blancos en la región de Matina, al norte del puerto de Limón, donde iniciaron la producción de cacao en tierras hĆŗmedas costeras, en plantaciones que eran atendidas por indĆgenas. El cacao era uno de los pocos productos exportables a travĆ©s de los mercados regionales principalmente en Nicaragua. Anualmente los dueƱos de las plantaciones viajaban de Cartago a Matina para supervisar el trabajo, y, a menudo encontraban que la cosecha y sus trabajadores habĆan sido raptados por piratas caribeƱos -ingleses y misquitos- que se asentaban en la costa nicaragüense. Con el fin de proteger las plantaciones y los indĆgenas que las cuidaban, durante algunas dĆ©cadas, fue necesario pagar tributo a los misquitos, y reconocer que eran dueƱos y seƱores de la costa desde cabo Gracias a Dios, hasta Bocas del Toro, en PanamĆ” (FernĆ”ndez Guardia, 1975: 205).
Eventualmente, se abandonó la producción de cacao debido al alto costo de transporte y a los impuestos reales alrededor de la dĆ©cada de 1820 (Colección de Leyes y Decretos, 1840, 1860) y la Costa volvió al olvido por parte de la población en los centros de gobierno, al igual que el resto de la costa Caribe de CentroamĆ©rica (Olien 1967:57-81). Las autoridades coloniales en CentroamĆ©rica, asentadas principalmente en la vertiente pacĆfica, desistieron de poblar y explotar la costa caribe del istmo, debido en gran parte a las dificultades climĆ”ticas, la difĆcil topografĆa de la región y la ausencia de caminos, y a la percepción colonial que se tenĆa del territorio como una tierra inhóspita, de tierras malas y pantanos plagados de fieras y enfermedades que no permitĆan poblarla.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, a medida que el cafĆ© se convertĆa en el producto mĆ”s importante del paĆs y su exportación cobraba importancia, el gobierno inició la bĆŗsqueda de un puerto en la Costa que facilitara su exportación a Europa y a otros puntos en el hemisferio AtlĆ”ntico. Para ese entonces, el Ćŗnico asentamiento que podrĆa cumplir como fondeadero de barcos en la costa era la aldea de MoĆn, la cual, segĆŗn un informe del agente de policĆa destacado allĆ, contenĆa en 1853 una población de 72 Misquitos y 21 blancos (Archivos Nacionales, Sección Historia, Serie I. No 8401:25).
MĆ”s adelante, en 1871, despuĆ©s de una serie de exploraciones en bĆŗsqueda de sitios y rutas desde la tierras altas del valle o Meseta Central hasta la Costa AtlĆ”ntica (vĆ©ase Colección de Leyes y Decretos 1839: 118, 130; 1865: 179), el gobierno decidió establecer un puerto en la costa en el sitio de El Limón, una aldea de pescadores negros compuesta por cinco chozas, ubicada al sur de las plantaciones de cacao de Matina, y aproximadamente unos 5 kilómetros sobre la costa al sur de MoĆn.
Ese mismo aƱo, el gobierno contrató la construcción de un ferrocarril a la Costa AtlĆ”ntica con los hermanos Keith, quienes habĆan construido el ferrocarril de PerĆŗ (Stewart 1967). La construcción se inició en 1871, en la Meseta Central y se completó en 1891 (Casey, 1979). Su construcción trajo a Costa Rica un gran nĆŗmero de trabajadores de Jamaica, China, Italia, y con ellos a otros inmigrantes de diferentes paĆses que buscaban oportunidades económicas y tierra. A lo largo del perĆodo de su construcción, principalmente, cuando se intentó construir el segmento que conectaba las tierras altas con las tierras costeras, el paĆs enfrentó problemas económicos que causaron importantes atrasos en la terminación del proyecto. Estos problemas condujeron al contrato Soto-Keith de 1884, el cual entregaba a Minor Cooper Keith un alto grado de autonomĆa en cuanto al manejo del ferrocarril (derechos de importación y concesiones tarifarias) y establecĆa las condiciones para el desarrollo de la producción bananera al ofrecerle a la compaƱĆa constructora en concesión, grandes extensiones de tierra ā cerca de 800,000 acres (aproximadamente 324,000 hectĆ”reas) de tierra libre a lo largo de la costa (Stewart 1967:53; Jones 1935:86). Esta autonomĆa relativa fue un factor importante que permitió que las empresas ferrocarrilera y subsecuentes compaƱĆas bananeras que se formaron, pudieran explotar los recursos de la Costa con relativa independencia e introdujeran mano de obra extranjera con mucha facilidad en la región.
De esta manera, anteponiĆ©ndose a las dificultades financieras que enfrentaba el proyecto de construcción, en 1872 M.C. Keith habĆa introducido al paĆs rizomas de banano traĆdos de PanamĆ” y pronto empezó a exportar pequeƱas cantidades del producto a Nueva OrleĆ”ns (Stewart 1967:162). La exportación de la fruta le permitió a Keith reponerse de algunas pĆ©rdidas financieras personales incurridas en la construcción del ferrocarril, y, mĆ”s aĆŗn, condujo a que la producción de banano se convirtiera en una importante empresa: entre 1905 y 1917 el valor de la exportación de bananos fue superior a la del cafĆ©, principal producto del paĆs (Casey 1979:196), hasta que se difundió en las plantaciones el hongo conocido como la enfermedad de PanamĆ” (āPanama Diseaseā: Fusarium oxysporum cubense), que afecta las raĆces de la planta y que causó importante reducción en la producción. De tal manera, en 1927, la compaƱĆa United Fruit Company, principal productora de banano en la Costa, empezó a considerar el potencial de transferir sus operaciones a las tierras de la costa PacĆfica de Costa Rica, consideradas mĆ”s fĆ©rtiles, y libres del hongo panameƱo. Mientras tanto, el declive en la producción causó una serie de crisis económicas y sociales, entre ellas varias huelgas de trabajadores (respecto a las huelgas, vĆ©ase Bourgeois 1985, De La Cruz 1985, AcuƱa Ortega 1984, Duncan y Melendez 1981, Casey 1979, y Fallas 1934).
Hay que mencionar ademĆ”s que, en 1934 el gobierno de Costa Rica aprobó la transferencia de las producción bananera por parte de la United Fruit Company a la costa PacĆfica, y al mismo tiempo promulgó una ley prohibiendo que los trabajadores negros trabajaran en dicha región y de esta manera se estableció una pauta legal para los antagonismos Ć©tnicos y raciales que ya existĆan en la sociedad costarricense y en la Costa AtlĆ”ntica en particular (Ley No. 31, Gaceta Oficial, 1935, II: 490).
De tal modo, la desaparición virtual de la producción bananera en los primeros aƱos de 1940 marcó el final de un perĆodo que habĆa hecho de la Costa AtlĆ”ntica de Costa Rica, con el puerto de Limón como su principal centro de población, una región de oportunidades económicas crecientes, y una situación demogrĆ”fica muy dinĆ”mica. Dos grandes empresas habĆan dominado la vida socio-económica y polĆtica de la costa: la compaƱĆa Company, dos grandes organizaciones Ćntimamente ligadas entre sĆ, que constituyeron el eje histórico principal en la historia de la región durante la primera mitad del siglo XX. La orientación extranjera de las dos compaƱĆas (tanto en capital como en mano de obra), y el relativo aislamiento geo-polĆtico de la región, contribuyeron al establecimiento de un enclave multiĆ©tnico donde las tradiciones afro-caribeƱas eran dominantes.
AdemĆ”s, la escasez de trabajadores en las tierras altas, y la aversión al clima y a otras condiciones ambientales negativas percibidas de la Costa, hizo necesario que ambas compaƱĆas importaran trabajadores negros de Jamaica, y en menor grado de otras partes del Caribe (St. Kitts, Nevis), quienes estaban mejor adaptados a las condiciones costeƱas y en muchos casos estaban acostumbrados al trabajo en ferrocarriles y plantaciones. Igual o mĆ”s importante aĆŗn, la población negra hablaba inglĆ©s, (Jamaica Standard English), el idioma de los constructores, ingenieros y administradores de las dos compaƱĆas. En efecto, la Costa AtlĆ”ntica se convirtió en: āparte de un sistema de sociedades costeras e insulares en el Caribe Occidental, en el cual, el inglĆ©s era la lengua franca para una franja de población de 500,00 habitantes, que se extendĆa desde Honduras BritĆ”nicas (actual Belice), hasta San Blas (región Cuna de PanamĆ”), Jamaica, y la Isla de Pinos en Cuba (Bryce-Laporte 1981, Parsons 1954).
La orientación social y cultural de los jamaiquinos hacia su tierra natal se veĆa magnificada por su identificación con las empresas extranjeras, asĆ como por el aislamiento de la Costa, y por las limitaciones sociales y legales que habĆa impuesto sobre ellos la sociedad dominante de la capital. Por muchos aƱos, los jamaiquinos mantuvieron vivas sus tradiciones, estableciendo escuelas donde la enseƱanza se realizaba en el inglĆ©s de Jamaica, el cual enseƱaban maestras y maestros originarios de ese paĆs, y que trabajaban asociadas a las iglesias protestantes negras (Nelson, 1983:88; Duncan y MelĆ©ndez, 1981: 119, 128; Palmer 1977: 193).
Los inmigrantes chinos, quienes originalmente vinieron a la Costa a trabajar en el ferrocarril, tambiĆ©n intentaron mantener sus tradiciones culturales, para lo cual establecieron una organización social conocida como el āclub chinoā (eventualmente serĆa la Asociación China de Limón), dos organizaciones relacionadas con la polĆtica de su tierra natal- el Kuomintang y el Chicuntong-, y dos clubes familiares reconocidos (representando a las familias Ching y Ng) y una escuela para niƱos chinos, dirigida por maestras y maestros chinos (1.), donde la enseƱanza se conducĆa en cantonĆ©s, dialecto chino principal de la provincia de Cantón.
A lo largo de los aƱos, particularmente durante las primeras dĆ©cadas del siglo XX, un gran nĆŗmero de trabajadores, principalmente mestizos de Nicaragua y de las provincias de Guanacaste y Cartago, migraron persistentemente a la Costa (Casey 1979: 132- 237), pero solamente el estudio de Bourgois (1985), ha analizado su papel social en las plantaciones de la región. Entre 1892 y 1927, los negros fueron el grupo Ć©tnico mĆ”s numeroso de Limón, pero ya en 1950 los hispanos blancos y mestizos los superaron en nĆŗmero. Los amerindios se mantuvieron como una minorĆa Ć©tnica, sin presencia organizada en el puerto de Limón. Bourgois, (op. cit.), examina la importancia de este grupo en la economĆa de la región en la zona sur de la Costa.
Cada grupo Ć©tnico sostenĆa un marcado etnocentrismo que se traducĆa en confrontaciones Ć©tnicas y raciales, crónicas de diferentes dimensiones sociales y en diversos puntos de la estructura social, relacionadas con los cambios socio-económicos y estructurales que iba experimentando la sociedad de la Costa a lo largo de su historia. VĆ©ase por ejemplo: Casey (1979), Olien (1967), y otras referencias citadas anteriormente sobre las relaciones laborales. Duncan y MelĆ©ndez (1981) describen los estereotipos y prejuicios que eran parte de las relaciones sociales entre negros y blancos en la Costa, y Bryce-Laporte (1962) identifica la persistencia de la cultura jamaiquina, mientras que Purcell (1982) analiza la desigualdad social, sus premisas ideológicas, y la naturaleza de las transacciones de valores entre los negros jamaiquinos de la región
A medida que el puerto de Limón crecĆa, se iba estableciendo una jerarquĆa social en la cual los contratistas, constructores, administradores, mecĆ”nicos y otros tĆ©cnicos extranjeros de la compaƱĆa del ferrocarril, y de la compaƱĆa bananera, ocupaban el rango social mĆ”s alto junto con las autoridades hispanas de mĆ”s alto nivel, que representaban al gobierno y el estado en la Costa (VĆ©ase Limon Directory, apĆ©ndice). Los negros jamaiquinos y de otras islas caribeƱas, a la par de los trabajadores de origen hispano, formaban la fuerza laboral, ocupando el rango mĆ”s bajo. Sin embargo, por muchos aƱos, los negros que ocupaban puestos de mando en las compaƱĆas extranjeras, por ejemplo como capataces de plantación, se ubicaron en una posición intermedia en la estructura, junto a los profesionales y tĆ©cnicos blancos y mestizos. Desde que se estableció el puerto hasta la dĆ©cada de 1940, la cultura de los negros jamaiquinos era dominante en la comunidad de la Costa y este grupo tendĆa a ubicarse por encima de la clase trabajadora hispana (trabajadores originarios del valle Central, de Nicaragua, PanamĆ” y, en menor cuantĆa, de otros paĆses de la región) que eran vistos como advenedizos y reciĆ©n llegados que no tenĆan ninguna lealtad para con los patrones extranjeros del ferrocarril y las plantaciones. Estas diferencias se hicieron notables durante la huelga de los trabajadores de 1934, en la cual, a diferencia de los trabajadores negros, los blancos adversaron fuertemente a la compaƱĆa bananera (Fallas, 1934).
Eventualmente, despuĆ©s de muchos aƱos de trabajo leal para las compaƱĆas extranjeras, los trabajadores negros se convirtieron de facto en pequeƱos productores de banano y cacao cuando la compaƱĆa bananera les transfirió el derecho a pequeƱas parcelas de tierra a lo largo de la lĆnea fĆ©rrea y la costa. De esta manera, muchos de los blancos de la Meseta que emigraron a la Costa en busca de tierras y trabajo, terminaron laborando para patrones negros, pequeƱos productores dueƱos de parcelas en la Costa. Por lo tanto, en algunas Ć”reas rurales de Limón, los negros ocuparon una posición relativamente mĆ”s alta que los blancos en la estructura social, mientras que muy pocos negros trabajaron para pequeƱos productores agrĆcolas hispanos (Duncan y MelĆ©ndez 1981:140; Bryce-Laporte 1962: Cap. 6). En los aƱos 1970 y posteriormente, este patrón estructural cambiarĆa.
La industria y el comercio en Limón estuvieron en manos, principalmente, de una diversidad de inmigrantes extranjeros, entre ellos un nĆŗmero importante de inmigrantes chinos, dedicados a actividades comerciales. Los servicios profesionales eran responsabilidad de mĆ©dicos y abogados de la Meseta Central, pero la compaƱĆa bananera contaba con sus propios mĆ©dicos norteamericanos y algunos tĆ©cnicos negros que habĆan sido educados en Jamaica y quienes asistĆan a la población negra con la salud, (2.)
Puesto que la población de la Costa fue por muchos aƱos predominantemente negra, los lĆderes religiosos jamaiquinos y los maestros negros jugaban un papel muy importante en el desarrollo social de la región, ocupando una posición muy importante entre la clase media de la jerarquĆa social. No obstante, su papel en el desarrollo de la Costa solamente ha sido reconocido, parcialmente, por el trabajo de Duncan (1981) y Palmer (1977). La iglesia católica, por muchos aƱos una minorĆa, fue persistentemente dirigida por religiosos alemanes, al igual que en la Costa Caribe de Nicaragua, donde por muchos aƱos existió una presencia importante de misioneros alemanes de la iglesia morava.
Por otro lado, la primera escuela de enseƱanza en espaƱol fue establecida en 1877, pero durante muchos aƱos las autoridades de la Meseta expresaron repetidas veces su preocupación por el hecho de que el idioma dominante en la Costa era el inglĆ©s. AĆŗn en 1950, la población negra de Limón reconocĆa el inglĆ©s como su lengua materna (Censo de 1950, Dirección General de EstadĆstica y Censos, 1950).
Para ese entonces, los dos principales grupos Ć©tnicos en Limón y en otras comunidades costeras, ademĆ”s de la sociedad hispana, eran los negros y los chinos, quienes mantuvieron una presencia organizada principalmente en Limón, a travĆ©s de un nĆŗmero de instituciones culturales que reflejaban su orientación hacia su tierra y la cultura madre. Aunque originalmente cada grupo habĆa llegado a la Costa con el propósito expreso de acumular capital para regresar a su tierra natal, al paso de los aƱos y a medida que los inmigrantes se adaptaban a la vida en su nueva tierra, los sueƱos de regresar se iban borrando. Para los negros, el retorno a Jamaica no era tan deseable en vista de la pobreza crónica que azotaba a la isla (Duncan y MelĆ©ndez 1981: 62-68), pero su subsistencia económica y como grupo Ć©tnico estaba basada en los altibajos de la producción bananera y la fortuna de las dos grandes empresas que los habĆan traĆdo a la Costa. A medida que estas compaƱĆas perdĆan poder, los negros tuvieron que buscar medios alternativos de subsistencia como la pequeƱa producción agrĆcola. Sin embargo, la fuerte lealtad de los negros al sistema colonial britĆ”nico era un impedimento aparente a su proceso de asimilación a la sociedad hispana. De hecho, es evidente que este grupo alcanzó un mayor grado de adaptación que de asimilación hasta la dĆ©cada de los aƱos 1930 (Bryce Laporte 1962).
Los chinos tambiĆ©n mantuvieron una orientación cultural hacia su tierra natal, lo cual les fue facilitado en parte por su relativa independencia de las estructuras locales, debido a su casi exclusiva dedicación a actividades comerciales de pequeƱa escala, i.e. el comercio detallista. Entre las primeras generaciones de inmigrantes chinos, muchos regresaron a China una vez que acumularon el capital correspondiente, mientras que otros paisanos los remplazaban en sus negocios, posiblemente con la misma intención de regresar a su pueblo original algĆŗn dĆa en su vejez y disfrutar del aprecio que la cultura china ofrendaba a los viejos. Sin embargo, el Ć©xito en los negocios y el establecimiento de familias con mujeres hispanas condujo a que muchos chinos hicieran de la Costa su hogar permanente. Algunos comerciantes chinos convirtieron su Ć©xito en el comercio detallista en diversificación económica, desarrollando fincas lecheras y ganaderas, como fue el caso del famoso comerciante limonense Juan JosĆ© León Yee, quien fuera muy reconocido por sus contribuciones a la educación y al bienestar de la población local (3.). Posteriormente, la revolución de 1949 en China finalmente hizo que para muchos la esperanza de regresar a la tierra natal para jubilarse se convirtiera en un sueƱo lejano.
Por otra parte, debido a su involucramiento casi exclusivamente en el comercio en pequeƱa escala, los chinos estaban comparativamente mĆ”s aislados socialmente que los negros y la población mestiza de los vaivenes macro-económicos, y, como tal, se mantuvieron como espectadores pasivos de las crisis económicas y sociales que experimentó la Costa con la producción bananera. Inicialmente, se vieron forzados mĆnimamente a adaptarse aprendiendo el espaƱol local y algo de la variante limonense del Jamaican Standard English, conocida entonces como āMekatelyuā. Las generaciones de inmigrantes chinos que crecieron en Limón, sin embargo, asistieron a las escuelas y colegios locales y rĆ”pidamente se asimilaron a la sociedad hispana local, al mismo tiempo que retenĆan una preferencia por algunas tradiciones culturales chinas, principalmente aquellas que se relacionan con valores familiares, organización social y el arte culinario de su tierra.
De acuerdo con el registro de matrimonios civiles de Limón (Municipalidad de Limón, 1905 a 1985) pocos chinos formalizaron uniones con parejas blancas o negras de la comunidad, guiĆ”ndose por el adagio ācada oveja con su parejaā que segĆŗn una inmigrante china, era el pensamiento de la comunidad china respecto a matrimonios con personas de otras razas. Sin embargo, aparentemente, para las primeras generaciones de inmigrantes chinos, las uniones consensuales con mujeres locales fueron comunes y los descendientes de tales uniones- conocidos como ācruzadosā, constituyen el grupo que mĆ”s se ha asimilado a la cultura local de la colonia china en la Costa. Los negros se mezclaron mĆ”s fĆ”cilmente con la población hispana, particularmente desde la dĆ©cada de 1950: de 1955 a 1985, del nĆŗmero total de matrimonios civiles en Limón, el porcentaje de uniones de negros con blancos oscilaba aproximadamente entre 5.2 y 8.9 porciento, de acuerdo con un estudio aproximativo del registro mencionado anteriormente realizado por el autor.
Similarmente, la tendencia a asimilarse a la sociedad nacional, percibida como la sociedad de la Meseta Central, tambiĆ©n es observable en la tasa de nacionalización de un grupo particular sobre un perĆodo de tiempo, aun cuando las decisiones individuales al respecto pueden estar sujetas a un nĆŗmero de factores, tales como la imposibilidad de retornar a la tierra natal, que no necesariamente reflejan una decisión consciente de buscar asimilación a la sociedad local. Los censos de 1963 y 1973 (Dirección General de EstadĆstica y Censos) recogen una tasa diferencial de nacionalizaciones para los chinos y los negros, segĆŗn la cual estos Ćŗltimos retenĆan su nacionalidad en mayor proporción. Las razones que explican estas diferencias no son fĆ”cilmente aparentes, dado que la nacionalización era una opción legal para los jamaiquinos a partir de los comienzos de la dĆ©cada de 1950.
El proceso de adaptación de los inmigrantes negros y chinos es evidente hasta la dĆ©cada de 1950, cuando ocurren varios cambios en las estructuras sociales de la Costa y el paĆs. Para algunos autores los primeros aƱos de la dĆ©cada marcan el inicio de un nuevo perĆodo socio-económico para la sociedad de la Costa AtlĆ”ntica (Casey 1979:276-305; Palmer1977:251; Cassassas y Osorio, 1977:15-17). El evento histórico mĆ”s importante es la Revolución de 1948, la cual inicia un importante nĆŗmero de cambios que afectan principalmente los procesos de asimilación de la sociedad negra a la sociedad nacional. En 1949, los fundadores de la Segunda RepĆŗblica (Junta Fundadora de la Segunda RepĆŗblica, liderada por JosĆ© Figueres Ferrer) abolió la ley #31 de Diciembre de 1934, la cual habĆa establecido que los trabajadores negros no podĆan trabajar en la costa PacĆfica del paĆs, y, por extensión, en las tierras altas del valle Central (Gaceta Oficial 1950, II, 2: 677-678). Ese mismo aƱo se aprobó el derecho de los residentes negros en la Costa AtlĆ”ntica de solicitar ciudadanĆa costarricense, y se nombró un diputado negro en el Congreso Nacional (Duncan y MelĆ©ndez 1981: 135-136). Desde entonces la participación negra en la polĆtica nacional ha ido en aumento (vĆ©ase, por ejemplo, FernĆ”ndez, 1977).
TambiĆ©n se dieron importantes cambios en el sistema educativo. Hasta el aƱo 1951 la provincia de Limón contaba con cinco escuelas primarias oficiales solamente, pero ya en 1960 el nĆŗmero habĆa aumentado a 83 escuelas primarias y 1 escuela secundaria (Bryce-Laporte 1981: 236).
El factor mĆ”s importante que afectó la asimilación de la comunidad china a la sociedad hispĆ”nica fue la maduración de varias generaciones de niƱos que habĆan nacido y crecido en la Costa en una sociedad cada vez mĆ”s hispanizada. Los niƱos que eran hijos de parejas mixtas (invariablemente varón chino con mujer hispana), jugaron un papel central en la asimilación, al asumir naturalmente la cultura materna, aun cuando no se les puede ubicar en una Ćŗnica generación.
En 1956, se reactivó la producción bananera en la Costa y la exploración petrolera se incorporó al optimismo cauteloso dentro de la perspectiva económica de la región, que presagiaba un nuevo perĆodo de desarrollo económico y social. La autoridad portuaria Junta Administrativa para el Desarrollo de la Vertiente AtlĆ”ntica (JAPDEVA) fue creada en 1963 como parte de un gran esfuerzo estatal por introducir la planificación regional en la Costa y establecer control centralizado de los recursos sociales y naturales. La planificación estatal tambiĆ©n introdujo varios importantes asentamientos agrĆcolas, principalmente para campesinos hispanos sin tierra, y, al mismo tiempo, los territorios en la región norte de la provincia empezaron a ser desarrollados para la producción agrĆcola. Otro desarrollo importante lo constituyó el establecimiento de la RefinerĆa Costarricense de Petróleo (RECOPE) en 1972.
Un par de décadas después, en 1976, el interés creciente en la Costa y sus recursos condujo a la construcción de una carretera rural que conecta un número de pueblos de las tierras altas con Limón. Similarmente, los caminos en la región de Talamanca fueron mejorados, y los canales de Tortuguero fueron ampliados y extendidos para permitir un mayor acceso a la región costera del norte.
Un tiempo despuĆ©s, en 1986 el acceso a las tierras bajas de la vertiente AtlĆ”ntica del paĆs desde el valle Central mejoró al construirse una moderna carretera que ofrece una ruta alterna mĆ”s rĆ”pida que la anterior y que comunica ademĆ”s con las tierras bajas del AtlĆ”ntico, al norte de la cordillera Central del paĆs.
MĆ”s adelante, el creciente interĆ©s o atención que expresan el estado y la empresa privada en la Costa desde mitades de la dĆ©cada de 1970, estĆ” directamente relacionado con el potencial de la Costa a la cultura nacional. La eliminación de barreras legales, asĆ como el acceso mejorado, ha conducido a una migración continua de población negra a los centros urbanos en las tierras altas, principalmente a la ciudad capital de San JosĆ©. Similarmente, los intereses económicos de las tierras altas han venido extendiĆ©ndose hacia la Costa, donde compiten en la economĆa regional.
En 1972 Bryce-Laporte habĆa notado que se estaban dando cambios importantes en las comunidades mĆ”s Jamaiquinas de la Costa: los Negros CaribeƱos estaban fomentando el asentamiento de hispanos entre ellos, y el acuerdo tĆ”cito que existĆa previamente entre ellos de no vender tierra a inmigrantes de la Meseta Central, no se aplicaba mĆ”s. TambiĆ©n era notable la ausencia de una generación de jóvenes que habĆa emigrado a los Estados Unidos, e internamente a San JosĆ© y a la ciudad de Limón, (Duncan y MelĆ©ndez 1981:244). En alguna medida esta situación se da tambiĆ©n en otras comunidades de la Costa, creando preocupación entre los residentes mĆ”s viejos acerca del futuro de sus comunidades, cuya composición demogrĆ”fica estĆ” envejeciendo sin remplazo.
A la largo de la costa de Talamanca, se han presentado cambios importantes a medida que esta región se convierte en objeto de programas estatales y el interĆ©s de las empresas privadas. En 1987 se instaló la electricidad en la comunidad de Puerto Viejo (Old Harbour), y en breve se notaron importantes cambios en la vida social, en la medida en que la televisión y los artefactos elĆ©ctricos se convirtieron en parte de la vida cotidiana en la mayorĆa de los hogares.
Por otro lado, la desatención benigna que han sufrido, en general, las comunidades de la Costa, ha conllevado múltiples problemas, entre los cuales se destaca la destrucción de recursos naturales por falta de planificación y previsión, debido al sobreuso y a la contaminación; situación que ha conducido a una amplia preocupación social y la intervención por parte del gobierno y representantes externos a la comunidad, lo cual ha provocado resentimiento y resistencia por parte de la población local.
En las llanuras de la región norte, ocupada recientemente mĆ”s que todo por blancos de las tierras altas, la ganaderĆa para producción de carne se extendió durante varias dĆ©cadas, resultando en la destrucción de vastas zonas de bosques vĆrgenes, con la consecuente destrucción de especies nativas de flora y fauna, todo lo cual se sumó a la preocupación general sobre la creciente deforestación que sufrĆa el paĆs.
Actualmente, la Costa AtlĆ”ntica enfrenta una situación crónica de desempleo y pobreza que conducen a la multiplicación de actividades económicas informales, tales como la loterĆa (ilegal) de Limón, y el contrabando de mercancĆas a lo largo de la frontera con PanamĆ”. La mayorĆa de las actividades económicas se centran en el Ć”rea de servicios portuarios, por lo tanto las oportunidades de trabajo son mayores en los puertos de Limón y MoĆn (JAPDEVA-AID, 1982).
La costa atlĆ”ntica continĆŗa siendo vista por la población de las tierras altas como una especie de Ć”rea cultural forĆ”nea dentro de Costa Rica, principalmente por la fuerte presencia de una comunidad negra que se identifica y celebra su cultura afro-caribeƱa. Los hispanos de otras regiones del paĆs poseen una serie de creencias y estereotipos acerca de la sociedad de Limón, tales como que los negros constituyen la mayorĆa de la población de Limón, o que la mayorĆa de la gente en la costa habla algĆŗn tipo de dialecto del inglĆ©s. De hecho, existe una gran diversidad cultural en la región que se basa en la mezcla de tradiciones negras del Caribe, (principalmente Jamaica), hispĆ”nicas de la población blanca-mestiza de la Meseta Central y paĆses vecinos, indĆgenas, principalmente de Talamanca, y, en menor grado tradición china; tradiciones que se mezclan vivazmente en lo que se conoce como āla cultura de Limónā, y que hace que la sociedad meseteƱa y de la costa pacĆfica perciba la sociedad de Limón como algo aparte del resto del paĆs.
Algunos de los aspectos mĆ”s aparentes de esta cultura pueden ser el estilo relajado, tranquilo, que fija el ritmo de la vida social en la Costa para negros, blancos y mulatos por igual; una sencilla pero variada cocina que mezcla alimentos bĆ”sicos de tierras altas y costeras con especies y mĆ©todos culinarios del Caribe, tales como el plato emblema de la región: āraisanbinā, que se prepara con leche de coco y se refuerza con chile panameƱo; o el ritual y liturgia de las iglesias protestantes negras que ocasionalmente se puede observar en las calles de Limón frente a los numerosos establecimientos comerciales chinos; y el conocido carnaval de Limón, que es una tradición caribeƱa, traĆda a Costa Rica desde PanamĆ” por el cĆ©lebre Mr. Alfred King. Estas son algunas de las manifestaciones del kaleidoscopio cultural que es la Costa AtlĆ”ntica de Costa Rica.
NOTAS AL FINAL DEL CAPĆTULO -
(1.) En 1950 la āEscuelita Chinaā estuvo activa y una de sus maestras fue la Sra. Elena Leon. AsistĆa a la comunidad como escrĆbano el Sr. Manuel JimĆ©nez (Pin kun), quien era experto escritor de la lengua cantonesa y era el encargado de las comunicaciones formales de la Asociación China de Limón. (Entrevistas E. Leon, M. JimĆ©nez; 1986).
(2.) Entre los mÔs conocidos y respetados médicos negros estaba el Dr. Arthur Sutton, con conocimientos en medicina obtenidos en Jamaica. El Dr. Sutton recetaba medicina natural a la población limonense. Junto a él trabajaban los doctores McCrea y Bendaña.
(Entrevista V. Sutton, 1986).
(3.) Una aula del Colegio Técnico de Limón lleva el nombre del comerciante chino Juan José León Yee, en reconocimiento a sus contribuciones al colegio y a otros proyectos de la comunidad limonense. Otros chinos de las familias Acón, León, Lam, Xing también han recibido reconocimientos por contribuir con las escuelas, colegios, campos deportivos, y otras iniciativas sociales locales.
CAPĆTULO 3
3.1 ORĆGENES Y ANTECEDENTES DE LOS INMIGRANTES CHINOS
La gran mayorĆa de los inmigrantes chinos que se asentaron en Costa Rica durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, provenĆa de la provincia de Cantón, en el sur de China. Similarmente, muchos de los inmigrantes en otras partes de AmĆ©rica eran originarios del sur de China (ver B.L. Sung, 1967; PĆ©rez de la Riva, 1978; Chou, 2002).
La pobreza extrema en el sur de China, aunada a otras circunstancias históricas, permiten entender las migraciones masivas que se originaron en esa región hacia las costas y los puertos del sur de China, y, eventualmente, hacia diferentes regiones de América. Basta con saber que durante la segunda mitad del siglo XIX, en las provincias de Cantón y Fukién, las expectativas de vida al nacer se situaban entre los 18 y 20 años, para empezar a comprender el porqué de la migración masiva que se dio hacia el continente americano.
Complementariamente, existĆa en AmĆ©rica una gran necesidad de mano de obra, particularmente en las regiones en desarrollo, tanto en los Estados Unidos como en AmĆ©rica Latina, y, esto constituyó el factor de atracción que llevó a miles de hombres jóvenes chinos a dejar su tierra con rumbo desconocido.
Aun cuando la civilización china ha existido sin interrupción por varios milenios antes de la era cristiana, los historiadores definen un perĆodo histórico moderno que se inicia con la primera guerra del Opio en 1840 y termina con la fundación del Partido Comunista Chino en 1919, (Chesneaux et al, 1976). La caracterĆstica principal de este perĆodo consiste en la introducción de elementos culturales del Occidente en la sociedad y culturas chinas, y es durante el mismo cuando se originan las condiciones socio-históricas que darĆ”n pie a las grandes migraciones.
3.2 CHINA DURANTE EL SIGLO DIECINUEVE
La historia de China durante el siglo XIX nos permite comprender las condiciones sociales que condujeron a la gran migración de chinos a las AmĆ©ricas durante la segunda mitad de ese siglo y subsecuentemente. A continuación se presenta una sĆntesis histórica breve que se basa en el trabajo de Chesneaux et al (1976), Sung (1967), Chai y Chai (1962), Texeira (1962), Chang RodrĆguez (1958), y Granet (1959).
En 1840, China era el paĆs mĆ”s grande del mundo, con un territorio que ocupaba mĆ”s de nueve millones de kilómetros cuadrados, (extensión actual de la RepĆŗblica Popular China), con una población que alcanzaba los 410 millones de personas, segĆŗn los registros oficiales de la Ć©poca. El Imperio chino y las culturas que se formaron dentro de su territorio, eran percibidos en aquel entonces como sociedades muy diferentes a la cultura occidental (Europa occidental y sus colonias); percepción que se basaba en un contacto muy limitado entre Europa y Asia. La sociedad china manifestaba tambiĆ©n una conciencia clara sobre su carĆ”cter especial como sociedad, reclamando para sĆ el ser el ācentro de la civilizaciónā humana y considerando a los que no eran chinos como ābĆ”rbarosā. No sobra decir que esta expresión de etnocentrismo ha sido un fenómeno comĆŗn entre la mayorĆa de las sociedades tradicionales.
Una de las caracterĆsticas mĆ”s prominentes de la civilización china ha sido su existencia sin interrupción durante varios milenios; longevidad que le ha permitido a la sociedad china desarrollar, seleccionar e integrar los diferentes elementos de sus sistema cultural ā valores, normas y tradiciones- en una compleja estructura social, de tal manera que el devenir social y los cambios en el sistema social ocurren sin destruir las estructuras sociales existentes, permitiendo la continuidad de la sociedad y su cultura. El resultado ha sido un sistema coherente y altamente elaborado de principios morales y filosóficos, basados en un pragmatismo social desarrollado a lo largo de miles de aƱos de interacción social, el cual se personificó en la enseƱanzas de un nĆŗmero de figuras históricas, entre las que destaca el maestro Confucio (550 A.C.) y su discĆpulo Mencius (Wilson, 1982).
Un aspecto bĆ”sico de la cosmovisión acumulada a travĆ©s de los aƱos en la cultura china es la concepción unitaria de la sociedad y el mundo natural, que se expresa en una complejidad de relaciones entre los elementos naturales (madera, fuego, tierra, metal, agua) y los puntos del compĆ”s (Norte, Sur, Este, Oeste y Centro), los colores, sabores y las virtudes humanas (Chesneaux et al, 1976). De particular importancia son las relaciones entre las cosas, mĆ”s que su esencia (Granet, 1959). La vida social en sĆ se define en tĆ©rminos de 5 relaciones que son elementos nodulares de la estructura social: la relación entre el emperador y el individuo, el padre y el hijo, el esposo y la esposa, el hermano mayor y el hermano menor, y el amigo con el amigo. Su importancia estriba en que cada una de estas dĆadas, conlleva obligaciones morales, deberes y derechos que expresan valores fundamentales de la sociedad. La relación de superior a subordinado que estĆ” implĆcita en cada una de las relaciones se reconoce como la afirmación histórica de tradiciones que se desarrollan alrededor del valor de la sabidurĆa que se acumula con la edad, o el paso del tiempo, cuya principal expresión cultural es el āculto āo veneración- a los antepasadosā.
En estas relaciones, asĆ como en otros asuntos sociales, la bĆŗsqueda u objetivo primordial es la armonĆa: la bĆŗsqueda de un equilibrio producto del cumplimiento con las responsabilidades y obligaciones en todos los niveles de interacción social, tal como son definidas por las normas sociales del momento. El espĆritu fundamental de la cultura china, dice Chai, āera el sentido de unidadā¦que combinaba el arte, la religión, la filosofĆa, la literatura, asĆ como las instituciones polĆticas y sociales. La armonĆa como valor fundamental permeaba todos los aspectos de la vida social: se encontraba en el arte y la caligrafĆa y, mĆ”s importante aĆŗn, en asuntos polĆticos. La unidad estaba contenida en dos perspectivas generales o dos puntos de vista fundamentales: una concepción cósmica y una actitud ante la vida. En lo cósmico, un todo continuo, como una cadena de secuencias naturales. Y, ante la vida, una actitud bĆ”sica de unión del individuo con el todo. (Chai y Chai 1962: 29).
Los asuntos polĆticos y otros aspectos de la vida social eran influenciados muy directamente por el principio de la armonĆa: un buen soberano no actuaba directamente en los asuntos sociales de su nación, escogiendo mantener la armonĆa social, y una población insatisfecha, a su vez, no actuaba directamente contra su gobernante, hasta tanto no se manifestaran una serie de fenómenos naturales y sociales que hicieran claro que el momento era el correcto, y que el gobernante habĆa perdido el apoyo de las fuerzas naturales y sociales (un āmandato superiorā) como lĆder de su nación.
El principal protagonista, epĆtome de este esquema filosófico y moral, era el emperador, considerado como āel hijo de los cielosā, quien representaba fĆsicamente la relación entre la sociedad y el mundo natural. La China Imperial le debĆa al pensamiento de Confucio el haber formulado un sistema Ć©tico-polĆtico en el cual el emperador fijaba el ejemplo de la perfección moral (Chai y Chai, op.cit.). Simbólicamente, y en muchas de sus responsabilidades concretas, el gobernante era un mediador entre los cielos y la tierra, cuya autoridad estaba basada en el principio de āel mandato del cieloā (tianming). Sobre la base de una visión pragmĆ”tica caracterĆstica de la cultura, el mandato del gobernante estaba unido al orden natural y social. La discontinuidad del mandato, y, por ende, la legitimación de la rebelión popular, se basaba en seƱales de los cielos y manifestaciones naturales, por ejemplo catĆ”strofes climĆ”ticas, asĆ como en el descontento popular y la incompetencia de las instituciones pĆŗblicas. Esta justificación de la rebelión popular y la remoción de un soberano, incorporada como estaba a una visión mĆ”s amplia del devenir natural y el discurso histórico de la sociedad, perpetuaba la continuidad del sistema cultural.
La filosofĆa confuciana ofrecĆa una base moral para la ejecución de obligaciones pĆŗblicas. Un buen oficial del servicio civil era uno que se abstuviera de intervenir directamente en los procesos sociales. En lugar de eso, era de gran importancia para el funcionario conocer muy bien los preceptos morales de su sociedad, ser de buen carĆ”cter moral, y ser capaz de sacar conclusiones de la experiencia pasada. El pasado, de hecho, ofrecĆa legitimidad a las instituciones presentes y, por lo tanto, los lĆderes polĆticos debĆan conocer la literatura china y otros clĆ”sicos (Granet, 1959). Los muy reconocidos exĆ”menes imperiales que tenĆan que superar los candidatos a funcionarios pĆŗblicos, hacĆan Ć©nfasis en las tradiciones clĆ”sicas y las obras filosóficas chinas. Por lo tanto, el servicio civil ejemplificaba la relación directa entre el conocimiento, la moralidad y el poder en la sociedad.
Claramente, las leyes en China fueron formuladas de manera consistente con el pragmatismo confuciano. El objetivo del discurso legal era el restablecimiento de la armonĆa entre las partes involucradas, a travĆ©s de un compromiso razonable basado en situaciones concretas, no en la aplicación de principios absolutos. El Ć©nfasis general era la promoción del bienestar social, y en menor grado los derechos individuales: dominaba el espĆritu de la conciliación. Al respecto, el castigo era a menudo una expresión del restablecimiento simbólico de la armonĆa social, dirigido tanto a reforzar las tradiciones entre los miembros de la sociedad, como a corregir algĆŗn mal. La naturaleza prĆ”ctica y orientada por la tradición del derecho legal en la sociedad china, descansaba en las organizaciones de mayores, o ancianos, que dictaminaban sobre problemas legales a nivel de aldea, pueblo, clan y gremios artesanales.
Las relaciones entre China y otros paĆses eran una extensión lógica directa de la filosofĆa polĆtica que ubicaba al imperio chino en el centro del mundo civilizado. Fuera de los dominios imperiales se encontraban las sociedades de ābĆ”rbarosā y naciones no civilizadas con las cuĆ”les el Imperio no sostenĆa relaciones formales; estas estaban a cargo de oficiales locales. Como consecuencia, y en aplicación de la doctrina de la acción indirecta, el Imperio aplicaba control indirecto fuera de su territorio, usando una nación ābĆ”rbaraā para controlar a otra, evitando cuanto fuera posible las relaciones directas, y manteniendo una actitud de aislamiento con los vecinos.
En cuanto a la educación en China, esta se basaba en las enseƱanzas fundamentalmente de Confucio y Mencius, relativas a la bondad natural del ser humano y a su responsabilidad moral de mantener la armonĆa con el orden establecido. Por medio del cumplimiento de las obligaciones propias de las cinco relaciones bĆ”sicas mencionadas anteriormente, un individuo cumplĆa con sus obligaciones morales. Los valores sociales esenciales tenĆan como base las siete virtudes propuestas por Confucio: piedad filial, integridad moral, frugalidad, deferencia, autocontrol, lealtad a los superiores, y bondad hacia los inferiores.
La filosofĆa de Confucio era un sistema de pensamiento moral y polĆtico que ofrecĆa las bases filosóficas para el ordenamiento social, y que hacĆa poca referencia a aspectos religiosos de la vida. Confucio mismo habĆa rehusado discutir asuntos sobre la vida mĆ”s allĆ” de la muerte, observando: āĀæSi ni siquiera podemos saber lo suficiente sobre los hombres, cómo podemos conocer a los espĆritus?ā (Wilson 1982: 3). Si bien, el pensamiento confucionista no intenta referirse a temas metafĆsicos, tanto el taoĆsmo como el budismo asumen un papel importante en ese aspecto, y, como resultado, una herencia directa del budismo parece ser el culto a los antepasados, y el culto a figuras religiosas en las organizaciones y gremios artesanales.
MĆ”s aĆŗn, China durante el siglo XIX era una sociedad fundamentalmente agrĆcola que elaboró conceptos del tiempo relacionados con las tradiciones cĆclicas de la agricultura, los cuales se originan en el pasado inmemorial. En este sentido, las experiencias pasadas adquirĆan una dimensión pre-eminente en la determinación de la conducta moral y polĆtica, reforzando la necesidad de que los servidores pĆŗblicos contaran con un conocimiento amplio sobre las tradiciones y obras clĆ”sicas.
En tal contexto cultural, la jerarquĆa social de la sociedad china estaba compuesta por cuatro grupos ocupacionales consistentes con los valores confucianos. La clase superior era la de los acadĆ©micos, escolĆ”sticos y sabios, equiparados en alguna medida con la sociedad de gentilhombres adinerados del campo que poseĆan poder como oficiales de la burocracia imperial, conocimientos como los requerĆa el sistema del servicio civil y los exĆ”menes imperiales, y tierra que habĆan obtenido gracias a su puesto pĆŗblico.
Por otra parte, los campesinos, a pesar de su carĆ”cter humilde, formaban una clase ubicada en segundo lugar en la jerarquĆa, los artesanos se ubicaban en el tercer lugar, y los mercaderes ocupaban el cuarto lugar entre los rangos respetados. Debajo de estas categorĆas se encontraban ocupaciones que eran consideradas bajas e indeseables, tales como las de actores, prostitutas, sirvientes, soldados, limosneros y otros.
Sin duda, los escolĆ”sticos-oficiales pĆŗblicos constituĆan la clase gobernante en China. La tierra, principal fuente de poder, estaba en manos de hombres con grados escolĆ”sticos concedidos por el sistema de exĆ”menes del servicio civil que ademĆ”s ocupaban un puesto pĆŗblico. La agricultura, que en el pensamiento confuciano ocupaba un lugar privilegiado, se encontraba en un estado de dependencia, siendo que muchos campesinos eran productores en arriendo, particularmente en Guangdong y el valle inferior del rĆo Yangtze. Otros eran dueƱos de las tierras que trabajaban, pero, al igual que los que arrendaban, dependĆan de los terratenientes adinerados, quienes actuaban como acreedores, prestamistas e intermediarios entre los campesinos y los recolectores de impuestos, las cortes, y otras instituciones pĆŗblicas. Es asĆ como durante el siglo diecinueve, el sur de China se encontraba dominado por una forma particular de feudalismo, en la cual la mayorĆa de los campesinos se encontraban bajo el dominio económico y polĆtico de una minorĆa.
Los pueblos en las zonas rurales del sur de China eran liderados por los ancianos de la comunidad, quienes perpetuaban las tradiciones ancestrales. La mayorĆa de los habitantes de un pueblo se relacionaban entre sĆ a travĆ©s del clan familiar mĆ”s viejo, la comunidad compartĆa ademĆ”s las ermitas donde se practicaba el culto a los antepasados, y cooperaba en el desarrollo de proyectos comunales tales como la construcción de represas y la recolección de la cosecha de arroz. Los pueblos tambiĆ©n mantenĆan sus propias milicias, las cuales llegaron a jugar un papel importante en los conflictos sociales que se desarrollaron durante el siglo XIX.
AsĆ mismo, en cada ciudad y pueblo, los artesanos representaban una clase organizada de trabajadores que ofrecĆa apoyo mutuo y seguridad social a sus miembros, actuando tambiĆ©n como una fraternidad religiosa en la cual cada gremio artesanal (tejedores, zapateros, orfebres, etc.) tenĆa su propio santo patrón, o fundador, y se encargaba de las disputas entre sus miembros. Estas organizaciones tambiĆ©n regulaban la producción y el mercadeo en su campo. Los comerciantes tambiĆ©n formaban asociaciones, a veces a nivel regional, y a pesar de ocupar uno de los rangos mĆ”s bajos en la estructura social, jugaban un papel muy importante en la sociedad rural.
En este contexto, la familia era una unidad social altamente estructurada, con un sistema de parentesco muy claramente definido, lo cual se reflejaba en los tĆ©rminos de parentesco utilizados comĆŗnmente. Estos especificaban diferencias entre relaciones por el lado materno y por el lado paterno, asĆ como posición segĆŗn el orden de nacimiento. Este esquema era de particular importancia, ya que a menudo la familia extensa que compartĆa una misma vivienda podĆa extenderse hasta 5 generaciones bajo un mismo techo. Las diferencias establecidas reflejaban la estructura de poder dentro de la familia: el hombre mayor en la familia tenĆa derechos absolutos sobre los miembros menores y sobre la propiedad, y su autoridad no podĆa ser puesta en duda. Esta relación de poder se repetĆa en cada nivel de la estructura familiar. Como es de suponer, la estructura patrilineal de la familia hacia imperativo que cada hombre tuviera hijos varones que perpetuaran la jerarquĆa.
En este sistema, las mujeres eran āpersonas ajenas a la familiaā que pasaban a ser miembros del clan del marido cuando se casaban. Por lo tanto, su posición era inferior a la de cualquier varón de la familia. Al ingresar a la estructura familiar, las mujeres jóvenes recibĆan un trato severo por parte de las suegras, quienes a su vez habĆan sido sacadas de su hogar y puestas a trabajar en el hogar de la familia de su marido. La situación para la mujer, de por sĆ negativa, se veĆa exacerbada por el hecho de que muchos, si no todos, los matrimonios eran arreglados durante la niƱez de los cónyuges, lo cual significaba que la novia iba a vivir con la familia de su futuro esposo cuando aĆŗn era muy joven. Consecuente con su posición en la jerarquĆa, el hombre tenĆa derecho a tener varias concubinas o āesposasā, mientras que el adulterio por parte de la mujer era severamente castigado.
Consecuentemente, las familias que descendĆan de un ancestro paterno en comĆŗn formaban clanes exógamos. En el sur de China, tales organizaciones eran particularmente fuertes ya que la región habĆa sido desarrollada por migraciones relativamente recientes y esto demandaba un comportamiento solidario a nivel del clan, de cara a su nuevo entorno fĆsico y social. Al igual que las aldeas, los clanes eran unidades corporativas que poseĆan tierras y compartĆan ingresos para proyectos comunes tales como las represas y los templos.
Los clanes eran dirigidos por los varones de mayor edad, al igual que las aldeas y los gremios artesanales, y actuaban como sociedades de apoyo mutuo que manejaban sus disputas a través de sus propios grupos de ancianos. De hecho, muchos clanes eran equivalentes a pueblos pequeños donde dominaba un solo linaje. Sobra decir que los clanes eran estructuras que ayudaron a la sociedad del sur de China a sobreponerse a las dificultades socio-económicas que enfrentaba la China rural durante el siglo XIX.
A lo largo de su historia, China se ha caracterizado como una sociedad agrĆcola y esto estĆ” reflejado en el gran respeto que se rinde a los campesinos en el pensamiento confuciano. Por otro lado, se desconfiaba de los mercaderes y la actividad comercial, reflejo de las tensiones económicas que se presentaban en esa Ć©poca y las pugnas entre productores e intermediarios.
El sector campesino de China alcanzaba un 80% de la población, lo cual lo convertĆa en el sector social y económico mĆ”s importante. La principal producción en el sur y centro de China era el arroz, mientras que en el norte se producĆan granos como el trigo, centeno y cebada, y, en general, se producĆa tĆ©, maĆz, soya y nueces en todo el territorio. AdemĆ”s, se contaba con la seda, algodón, henequĆ©n, moras y plantas productoras de aceite para procesamiento y producción industrial. Al inicio del siglo XVI, navegantes espaƱoles y portugueses introdujeron a China un nĆŗmero de productos de AmĆ©rica, tales como el maĆz, el camote, y el tabaco.
En cuanto a los animales domĆ©sticos mĆ”s corrientes, estos incluĆan los cerdos y las aves de corral, pero las bestias de acarreo estaban casi ausentes, ya que el acarreo humano era muy barato, las fincas eran pequeƱas, y las formas de producción agrĆcola requerĆan trabajo cuidadoso e intensivo. Durante el siglo XIX, China era autosuficiente en tĆ©rminos de la producción de productos bĆ”sicos, pero la mayorĆa de la población rural experimentaba diversos grados de pobreza. En algunas regiones la producción era marginal, y en todo el territorio se experimentaban desastres naturales y hambrunas que mantenĆan a la población en rebelión permanente.
No obstante, durante la primera mitad del siglo, la manufactura y el comercio se estaban convirtiendo en un elemento importante de la economĆa china. El intercambio regional de productos agrĆcolas e industriales se proyectaba como una economĆa de gran escala. De esta manera, en el sur de China se desarrollaron rutas de comercio a lo largo de los vastos sistemas de canales que conectaban los rĆos tributarios del gran rĆo Perla. En este, asĆ como en otros temas, el sur de China contrastaba fuertemente con el norte. Fueron las provincias del sureste ā Anhui, Jiansu, Hunan y Guangdong, las que primero desarrollaron intercambio comercial con el Occidente, y fue en estas provincias donde se presentarĆan muchos de los conflictos que experimentó China en el siglo XIX.
DespuĆ©s de que la dinastĆa Ming fuera destronada por la dinastĆa ManchĆŗ, durante el siglo XVII, la oposición a esta Ćŗltima se convirtió en un tema recurrente a travĆ©s de las sociedades secretasāla forma tradicional de oponerse al orden establecido. Ya para 1821 la posición de los ManchĆŗs se habĆa deteriorado considerablemente y todas las seƱales que las tradiciones antiguas asociaban con la caĆda de un rĆ©gimenāy la pĆ©rdida del āMandato del Cieloā- empezaron a presentarse. La burocracia feudal se habĆa vuelto muy corrupta, los servicios pĆŗblicos eran ineficientes y las obras de infraestructura mĆ”s importantes, que eran responsabilidad del Emperador, estaban en condición lamentable. AdemĆ”s, la corrupción agravaba la pobreza en el campo y reducĆa los ingresos pĆŗblicos.
Por otro lado, las presiones demogrĆ”ficas a lo largo y ancho del paĆs constituyeron tambiĆ©n un factor en las crisis polĆticas y sociales del siglo. Entre 1820 y 1836, ocurrieron por lo menos nueve importantes revueltas, algunas de ellas extendiĆ©ndose a travĆ©s de varias provincias del centro y sureste de China. Durante este perĆodo, la oposición y conflictos domĆ©sticos se vieron agravados por las presiones polĆticas y comerciales de Occidente. Las sociedades secretas, que obtenĆan sus sĆmbolos y rituales de las tradiciones populares, se convirtieron en fuerzas germinales en el desarrollo de revoluciones campesinas que se extenderĆan por toda China en los aƱos 1850 a 1870.
En tanto, un desarrollo muy importante que se sumó a la creciente tensión social y afectó intensamente la cada vez mĆ”s precaria estabilidad social fue la presión de los poderes occidentales sobre China para que abriera sus mercados al comercio internacional. Durante el siglo XVIII, el comercio con otras naciones habĆa estado controlado por un conjunto de negocios autorizados en Cantón. A pesar de las restricciones, durante el siglo siguiente el comercio de Occidente habĆa penetrado la economĆa china y muchas de las rutas comerciales convergĆan en Cantón, concentrando en el puerto bienes como el tĆ©, la seda, porcelana y productos de algodón provenientes de Jiangxi, Fujian y la cuenca del rĆo Yangxi. Este comercio se daba por medios fluviales, haciendo uso de cargadores humanos, y empleando a muchos boteros y cargadores en toda la región.
AdemĆ”s, el interĆ©s occidental en productos chinos estaba acompaƱado de un esfuerzo por interesar a la sociedad china en los productos de Occidente. Sin embargo, la economĆa china era autosuficiente y fue poco el interĆ©s mostrado, hasta que mercaderes extranjeros empezaron a introducir de contrabando grandes cantidades de opio al sur de China. Pronto, el uso de opio se convirtió en algo comĆŗn entre los jóvenes de las familias adineradas, el ejĆ©rcito y el sector servicios, y, en 1839, cuando se desató la guerra entre China y Occidente, el uso de opio en China alcanzó dimensiones crĆticas. Lin Zexu, un oficial de alto rango en el ejĆ©rcito, quien tuvo un papel importante en las Guerras del Opio, estimaba lo siguiente: āSi continuamos dejando que este comercio florezca, en un par de docenas de aƱos nos encontraremos que no solamente no contamos con soldados para pelear contra el enemigo, sino que tampoco tendremos dinero alguno para equipar al ejĆ©rcitoā (Chesneaux et al, 1976:55).
Adicionalmente, el contrabando de opio y otras actividades de los comerciantes occidentales en Cantón representaban un reto a la capacidad del estado de mantener control en el orden económico y social. Cantón y otros puertos en el sureste de China se convirtieron en centros de corrupción, donde los funcionarios pĆŗblicos y los comerciantes desafiaban la interdicción del estado en asuntos de comercio de opio. En la dĆ©cada de 1830 las principales caracterĆsticas del amenazante conflicto social eran: un deterioro creciente de la autoridad y los servicios del gobierno; creciente tensión en las zonas rurales; una estructura económica en la cual la planificación estatal se enfrentaba a un capitalismo privado en aumento. Este estado de cosas finalmente condujo a una confrontación abierta entre China y Occidente en las Guerras del Opio de 1839-1842 y 1856-1860.
Algunos sectores de las clases dominantes veĆan el problema como un asunto interno y su objetivo era el de restablecer la armonĆa social, lo cual incluĆa el conducir a los poderes occidentales a asumir una actitud mĆ”s armoniosa. Otros, que eventualmente dominaron, sostenĆan una actitud mĆ”s conciliatoria, reconociendo las fuerzas externas que atentaban en contra del tejido social. Entre ellos se encontraba la burguesĆa y los comerciantes y mercaderes de Cantón, asĆ como otros conectados con el comercio occidental, quienes sacaban provecho del comercio exterior.
Mientras tanto, las poblaciones rurales tomaron una actitud poco comprometida en las confrontaciones armadas, y de esta manera se gestó la resistencia popular a travĆ©s de la acción coordinada de las fuerzas militares de los acaudalados rurales y los pobladores en las aldeas y pueblos. En 1842-1844 se firmaron tratados con Gran BretaƱa, Francia y los Estados Unidos de NorteamĆ©rica, que incluĆan indemnizaciones por acciones de guerra y el establecimiento de āPuertos de Tratadoā, donde los comerciantes extranjeros podĆan vivir y operar libremente. Los extranjeros contaban con concesiones especiales en estos puertos, y en consecuencia solamente estaban sujetos legalmente a sus respectivos representantes consulares. En 1854, los poderes occidentales formaron unidades polĆticas autónomas en los puertos, estableciendo entonces lo que fuera conocido como concesiones territoriales. Algunos de estos puertos se convirtieron en refugio para los mismos ciudadanos chinos que intentaban escapar de las autoridades y las catĆ”strofes sociales.
A mediados del siglo XIX, China experimentaba una severa crisis polĆtica, económica y social, en la cual, ademĆ”s de los desastres sociales, la población aumentaba mientras que la tierra productiva se veĆa reducida. Las confrontaciones sociales, la escasez y las hambrunas iban acompaƱadas de rebeliones, y se formaban entre los ciudadanos las sociedades secretas (tong). Las rebeliones en el sur llegaron a ser conocidas como las Guerras del Opio, y, entre estas, las rebeliones de Yunan y Sinkian, y la rebelión de Taiping, generaron aproximadamente 20 millones de muertes, y provocaron hambrunas y enfermedades contagiosas en las regiones de Guangdong (Kwantung) y Fukien, lo que condujo a que miles de campesinos se refugiaran en paĆses extranjeros (Chang 1968: 92; Chang-Rodriguez 1958: 396).
Estos territorios tambiĆ©n estaban poblados por una variedad de contrabandistas, aventureros, marineros y otros, provenientes de diferentes partes del mundo, asĆ como comerciantes oportunistas dispuestos a buscar ganancias fĆ”ciles. De hecho, algunos puertos como Shangai constituĆan una tierra de nadie, libre de control estatal, donde las guaridas de fumadores de opio y las casas de prostitución y de juego, eran muy corrientes. Fue asĆ como los puertos de Hong Kong, Macao y Shanghai se convirtieron en las mĆ”s importantes anexiones extranjeras, y como tales jugaron un papel muy importante en las emigraciones de chinos a las AmĆ©ricas. Sin embargo, el primer puerto de salida de las emigraciones chinas al continente americano fue Amoy, seguido por Hong Kong y luego Macao (Texeira, 1962). Los trabajadores chinos de bajo nivel social, principalmente de zonas rurales, fueron reclutados en los tres puertos por contratistas sin escrĆŗpulos y enviados al continente americano a trabajar en las plantaciones y ferrocarriles de Cuba, PerĆŗ y los Estados Unidos de NorteamĆ©rica (Perez de la Riva, 1978; Sung 1967; Texeira 1962; Watt 1961).
CAPĆTULO 4
MIGRACIONES CHINAS A AMĆRICA
Las migraciones de chinos al continente americano en grandes nĆŗmeros ocurren sobre un perĆodo aproximado de 150 aƱos (1800-1950) durante el cual los inmigrantes se iniciaron como trabajadores manuales en plantaciones, minas y ferrocarriles, para luego migrar hacia el comercio detallista y eventualmente, en subsecuentes generaciones, hacia las profesiones liberales, aunque es probable que el comercio siga siendo su principal ocupación. Sung (1967: 202) indica que el principal negocio de los chinos en los estados sureƱos y del oeste de los Estados Unidos por muchos aƱos fueron los comercios conocidos como abastecedores o pulperĆas. Las ocupaciones de los emigrantes chinos en el extranjero son detalladamente cubiertas por Chang (1968: 89-107) y otros estudiosos citados por Ć©l. SegĆŗn reporta, en 1963 residĆan fuera de China 16,417,038 chinos, la mayorĆa en Asia (96.5%), mientras que en Estados Unidos de NorteamĆ©rica se encontraban 295,489 (1.79%) y en LatinoamĆ©rica 148,709 (0.91%).
Es notable que los emigrantes chinos originales repitieron en su patrón de asentamiento (hasta donde les fue posible dadas sus circunstancias como emigrantes pobres discriminados legal y socialmente) la migración histórica dentro de China, en la cual a lo largo de miles aƱos, gentes del Norte, conocidos como los Hakka, se desplazaban de Norte a Sur, y elegĆan asentarse en tierras tropicales antes que templadas, en comunidades costeras en lugar de montaƱosas y preferĆan zonas urbanas, no rurales. Las migraciones hacia el sur constituyen una dinĆ”mica histórica fundamental en la historia de China, que tiene bases profundas en su cosmologĆa, segĆŗn la cual el norte significa peligro e invasión, mientras que el sur simboliza oportunidades y prosperidad, (Chang, 1968).
AdemĆ”s de los inmigrantes chinos que llegaron a MĆ©xico en el siglo XVI, con la Nao de EspaƱa y el trĆ”fico marĆtimo comercial de las Filipinas, anticipĆ”ndose por cientos de aƱos a las migraciones del siglo XIX, tambiĆ©n se trasladaron a Brasil en 1810 cerca de 100 labradores contratados para trabajar en Sao Paulo, en la producción de tĆ© (Chang-RodrĆguez, 1958). No obstante, no es sino hasta la dĆ©cada de 1840-1850 cuando ocurren las migraciones sin precedente, a escala mayor.
Algunos factores históricos importantes que enmarcan este perĆodo son: el establecimiento de Hong Kong como puerto libre en 1840 y luego junto con Amoy como puerto de tratado comercial. Mientras tanto, en AmĆ©rica tuvo un efecto importante la abolición inglesa de la trata de esclavos en 1834 y luego la supresión del comercio de esclavos en Cuba en 1845; todo lo cual impulsó a los paĆses a reclutar inmigrantes chinos en sustitución de mano de obra negra del Ćfrica. Es tambiĆ©n en la dĆ©cada de 1840 cuando la āfiebre de oroā en California, conduce a grandes migraciones de asiĆ”ticos y otros al oeste de los Estados Unidos.
Durante este perĆodo, 800 culĆs chinos provenientes de Amoy ingresaron a Cuba, en 1847, seƱalando el comienzo de las grandes migraciones chinas a AmĆ©rica. Unos aƱos despuĆ©s, PerĆŗ importarĆa trabajadores chinos para trabajar en las plantaciones de algodón, en plantaciones costeras, en obras pĆŗblicas y en las minas de guano de la costa. En 1849 llegaron los primero chinos a California, a trabajar en minas de oro y ferrocarril. Un aƱo despuĆ©s, en 1850, ingresaron a PanamĆ” para trabajar en el ferrocarril, y casi simultĆ”neamente ingresaron en Jamaica, Guyana BritĆ”nica y Trinidad, (Chang, op.cit.).
Un tiempo despuĆ©s, en las dĆ©cadas de 1870 y 1880, la migración de trabajadores chinos en LatinoamĆ©rica se debió principalmente a la redistribución de sus nĆŗmeros entre paĆses, siguiendo las oportunidades laborales que se presentaban en ellos, y no debido a la importación desde China. Sen-Dou Chang (1968) traza el movimiento de emigrantes chinos de Colombia a PanamĆ”, y de Bolivia a PerĆŗ en 1870. En la dĆ©cada siguiente, migrantes Chinos en PerĆŗ emigraron a Ecuador y a Chile. En el Caribe, durante la dĆ©cada de 1890, migrantes chinos ingresaron a Guyana Francesa desde Trinidad y Surinam. Similarmente, las comunidades chinas de Cuba, PanamĆ” y MĆ©xico ofrecieron muchos de los primeros migrantes chinos a los paĆses de CentroamĆ©rica.
Otra generalización que debe tomarse en cuenta es que la mayorĆa de los trabajadores chinos en LatinoamĆ©rica dejaron el trabajo inicial- contrataciones muy desfavorables para ellos, con todas sus limitaciones e imposiciones fĆsicas y sociales - y se desplazaron hacia el trabajo independiente en servicios y comercio, tal como lo relata Sung (op. cit.) para los Estados Unidos de Norte AmĆ©rica.
4.1 DESTINO: LA MONTAĆA DE ORO
La pobreza que invadĆa el sur de China durante el siglo XIX contrastaba con las fantasĆas acerca de la āMontaƱa de Oroā que surgĆan en la imaginación de muchas personas en los pueblos pobres del sur de China, a medida que se esparcĆan por todo el mundo las noticias sobre el descubrimiento en 1854 de grandes yacimientos de oro en el estado de California, en la costa oeste de los Estados Unidos de NorteamĆ©rica. A raĆz de estos acontecimientos se desató en ese paĆs la llamada āFiebre de Oroā que condujo a la construcción acelerada en los Estados Unidos del ferrocarril hacia el oeste de ese paĆs, y la consecuente contratación de miles de trabajadores para su construcción, incluyendo labradores chinos provenientes principalmente del sur de China, (Sung, op.cit.).
Las riquezas que la MontaƱa de Oro de California hacĆa surgir en la imaginación de muchos norteamericanos, tambiĆ©n contagiaron a miles de trabajadores chinos y los convencieron de dar el primer paso en una larga, penosa y sumamente peligrosa travesĆa hacia AmĆ©rica. No obstante, segĆŗn la sabidurĆa popular china heredada de Confucio, una larga travesĆa siempre empieza con el primer paso.
Para los emigrantes chinos, primero era necesario esperar a que los contratistas de Macao y Hong Kong comenzaran con su bĆŗsqueda y organizaran un contingente de trabajadoras de acuerdo al contrato de ultramar que tuvieran en mano. Luego, venĆa la selección de aquellos que reunieran las condiciones exigidas por el contrato: tenĆan que ser jóvenes, sanos y fuertes, preferiblemente labradores acostumbrados al frĆo; y por eso, invariablemente se escogĆa a jóvenes trabajadores del campo. Sin embargo, en muchos casos las condiciones de necesidad extrema en que vivĆan los trabajadores rurales en el sur de China y en los puertos de embarque, no eran precisamente las mejores para mantener buena salud y fortaleza fĆsica.
DespuĆ©s de firmar un contrato, el trabajador chino (quien en la mayorĆa de las veces era analfabeta, y no entendĆa plenamente el documento que tenĆa al frente, y, por tanto, firmaba con una X), seguĆa la interminable espera para partir hacia el continente americano; a veces eran meses, otras veces semanas, antes de que se iniciara el viaje. Pero primero habĆa que tener una oferta y firmar un contrato.
La mayorĆa de los trabajadores que deseaba emigrar no tenĆa mĆ”s remedio que aceptar la primera oportunidad que los llevara a las AmĆ©ricas, y los acercara a āla MontaƱa de Oroā, y a la riqueza que conjuraban en su imaginación. AdemĆ”s, cualquier cosa era mejor que la escasez y la vida dura y empobrecida en los campos del sur de China. Y es que, cuando los Mandarines representantes del emperador dejaron de preocuparse por las necesidades de los pueblos lejanos al centro del Imperio y de representarlos como debĆan, se habĆan desencadenado numerosas guerras regionales principalmente en el Sur. A esto, se sumaron los enfrentamientos por el opio que entraba a China, y el resultado condujo a grandes conflictos armados, enormes pĆ©rdidas materiales y el desplazamiento de grandes cantidades de gente que buscaba mejor vida en las provincias de la costa. El Sur llamaba mucho la atención por la presencia de los ingleses en Hong Kong, y, ademĆ”s el puerto ofrecĆa la oportunidad de hacerse a la mar y buscar nuevas tierras.
En el sur, los puertos de Hong Kong y Macao hacia el suroeste, estaban atiborrados de hombres jóvenes que buscaban una oportunidad, tan solo, para acercarse a la imaginaria montaƱa. Muchos se embarcaban sin saber adónde iban, y de camino se enteraban que su destino no era California, sino algĆŗn otro lugar igualmente desconocido. Pero era tal la fama de la riqueza que se podĆa obtener en AmĆ©rica, que para muchos daba igual si iban hacia PerĆŗ, PanamĆ”, o San Francisco de California. En sus limitados conocimientos de la geografĆa mundial, muchos inmigrantes arribaron a Centro y Sur AmĆ©rica, creyendo que se encontraban en o próximos a las tierras del oro. Y de esta manera, AmĆ©rica se convertĆa en la MontaƱa de Oro.
La larga travesĆa a travĆ©s del PacĆfico en condiciones insalubres e infrahumanas hacia las costas del continente americano incluĆa muchos dĆas en mares borrascosos puntuados por breves atraques en las islas Filipinas donde, por demĆ”s, los viajeros generalmente no tenĆan permitido desembarcar. Los labradores debĆan de conformarse con viajar atiborrados en las bodegas de los barcos aguantando condiciones infrahumanas y enfrentando epidemias como la disenterĆa, el sarampión y otras, que se desataban entre tantos hombres hacinados en pequeƱos y hĆŗmedos espacios, quienes ademĆ”s provenĆan de diferentes lugares.
Por muchos aƱos estas travesĆas constituyeron quizĆ”s la jornada mĆ”s peligrosa de la migración asiĆ”tica a las AmĆ©ricas, durante la cual muchos perdieron la vida. A lo largo de los aƱos, los barcos cargueros repletos de labradores chinos que partĆan de Macao hacia las costas de AmĆ©rica dejaron parte de su carga humana en el fondo del mar, cada vez que se desataba alguna epidemia entre la muchedumbre apretujada en las oscuras y pestilentes bodegas bajo cubierta. El angustioso viaje de semanas y meses con escalas irregulares en puertos del Pacifico poco dispuestos a ayudar a los enfermos, como Shanghai y Honolulu, se convertĆa en una pesadilla que terminaba, para algunos desilusionados labradores, en la muerte y entierro en el fondo marino. En la dĆ©cada de 1850, la importación de chinos a PanamĆ” produjo entre 22 y 24% de decesos en la travesĆa desde China, (Chou, 2002).
4.2 PRINCIPALES PAĆSES QUE RECIBIERON MIGRANTES CHINOS
4.2.1 ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMĆRICA
La presencia china en los Estados Unidos comienza en la década de 1840, con el descubrimiento de vastas cantidades de oro en el estado de California. La historia que detalla B.L.Sung constituye un relato épico de grandes proporciones que inicia con el descubrimiento en la costa oeste de los Estados Unidos de América, cuando aún era ilegal para un ciudadano chino, bajo pena de muerte, dejar su tierra y asentarse en tierras extranjeras, por decreto imperial que no fue abrogado sino hasta 1894. A pesar de esto, tal era la pobreza en el sur de China, que miles se atrevieron a correr el riesgo y emigrar en busca de riquezas.
En 1870, residĆan en los Estados Unidos de AmĆ©rica 63,000 chinos, 99 % de ellos en la costa PacĆfica. La mayorĆa se habĆan unido a la construcción del ferrocarril del oeste, en un tramo donde predominaban los trabajadores chinos. Durante dĆ©cadas, los chinos mantuvieron sus costumbres y tradiciones, su vestimenta, y su cabellera que era una larga trenza o ācola de caballoā y que los identificaba como āCulĆsā. Al dejar el trabajo de construcción en el ferrocarril, los chinos trabajaron en las minas de oro, en agricultura, servicios domĆ©sticos y en las fĆ”bricas; trabajos que los obreros norteamericanos desdeƱaban por ir en busca del oro californiano.
Un dato excepcional respecto a su origen en China es que la mayorĆa de los emigrantes a los Estados Unidos de AmĆ©rica provenĆan del distrito de Toishan, en la provincia de Kwantung (Canton). Sung (op.cit.) encuentra extraƱo el dato, pero considera que este distrito simplemente estaba entre los primeros en recibir las noticias acerca de las riquezas de la MontaƱa de Oro, debido a sus cercanĆa al puerto de Hong Kong y, al ser uno de los distritos mĆ”s pobres de la región, habĆa respondido rĆ”pidamente, junto con sus vecinos de distritos inmediatos, enviando grandes nĆŗmeros de emigrantes a California. Estimaciones confiables citadas por Sung proponen que 60% de los chinos eran originarios de Toishan, y del restante 40% la mayorĆa provenĆa de los distritos de Hsinhui, Hoiping, Yanping, Nahoi, Panyu, Hsuntak, Canton, Hoksan, Tungkwan, Chungshan, Paoan, Chinhoi, Hakka y Hong Kong.
4.2.2 CUBA
Perez de la Riva analiza en detalle la migración de chinos a Cuba y propone que despuĆ©s de 1860 empezaron a llegar a Cuba muchos chinos que se habĆan establecido en California durante el perĆodo de la Fiebre del Oro y que se alejaban de esa tierra debido a motines racistas contra ellos. Una estimación que afirman varios estudiosos es que para ese aƱo, el nĆŗmero de trabajadores chinos presentes en Cuba alcanzaba 150,000 incluyendo los importados, los introducidos de contrabando y los venidos de California. Su nĆŗmero se redujo paulatinamente y el Censo de 1877 enumeró solamente 46,835, que se redujeron a 14,565 en 1899, con un reducido nĆŗmero de 49 mujeres. En 1883 se extinguió totalmente el ingreso de trabajadores chinos por contrato. Sin embargo, Cuba fue uno de los paĆses con el mayor nĆŗmero de inmigrantes chinos entre 1860 y 1899 (Perez de la Riva, 1978: 57). La historia de los chinos en Cuba es extensa e incluye una importante participación en la lucha de independencia de la isla, todo lo cual estĆ” relatado en los trabajos de Pastrana (1963, 1983).
4.2.3 MĆXICO
Varios estudiosos citados por Chou mencionan la presencia de chinos en MĆ©xico en el siglo XVI: barberos chinos muy hĆ”biles y reconocidos, que competĆan con los barberos espaƱoles, y hasta existĆa en la capital un ābarrio chinoā. Sin embargo, los inmigrantes chinos empezaron a llegar en grandes nĆŗmeros a partir de 1876 para trabajar bajo contrato en agricultura, minas y construcción de ferrocarriles. Los censos indican que entre 1909-1921 su presencia fluctuaba entre 2,719 en 1900, y 24,218 en 1927. Estas migraciones se distinguieron por realizarse bajo la protección de un tratado de amistad y comercio en 1899. Sin embargo, la tendencia a monopolizar Ć”reas del comercio, asĆ como algunas prĆ”cticas laborales desfavorables para la comunidad por parte de los chinos, condujeron a mĆŗltiples confrontaciones sociales, y la expulsión de miles de chinos de MĆ©xico. Pese a las persecuciones y prohibiciones legales, en 1930 ingresaron a MĆ©xico de manera ilegal unos 12,000 chinos (Chou, 2002: 15).
4.2.4 PANAMĆ
Un pequeƱo nĆŗmero de trabajadores chinos ingresó a PanamĆ”, la mayorĆa bajo contrato, para trabajar en el ferrocarril Ćstmico entre 1850 y 1855, (Chang-RodrĆguez, 1958); sin embargo, su nĆŗmero aumenta considerablemente cuando se inicia la construcción del canal de PanamĆ” durante 1880 y 1885, durante la etapa en que la construcción estaba a cargo de empresarios franceses. Igualmente, a comienzos del siglo XX trabajaron en la finalización del canal cuando fue asumido por constructores estadounidenses. Inicialmente llegaron āCuliesā (labradores), quienes provenĆan de Macao. Posteriormente, inmigraron obreros ācontratadosā hasta alcanzar un nĆŗmero de 1,262 en 1854. Para 1856 se estimaba que se encontraban en PanamĆ” aproximadamente 20,000 cantoneses. PanamĆ” siguió siendo un centro de atracción de mano de obra entre los aƱos 1880 y 1902 cuando se construĆa el canal de PanamĆ”, y en esos aƱos se reporta el ingreso de 9,451 chinos contratados. El censo oficial de 1911 declara la presencia de 2,003 chinos, pero en 1909 se habĆan reportado mĆ”s de 3,000 comerciantes y muy pocos obreros, lo cual muestra la tendencia de los chinos a dejar el trabajo contratado por el comercio. Eventualmente, debido al poderĆo comercial de la comunidad china, el paĆs decretó legislación muy severa en contra de los chinos que incluyó el establecimiento de un registro de todos los negocios chinos en el paĆs, el inventario de bienes comerciales, la expulsión de comerciantes chinos y la prohibición de transportar chinos a PanamĆ”.
4.2.5 GUYANA BRITĆNICA
Los primero inmigrantes chinos arribaron a Guyana en 1853 desde China, y al igual que los migrantes de esa Ć©poca, un alarmante nĆŗmero (45 %) murió en alta mar en el primer viaje. En 1867 habĆa en Guyana 9,507 chinos, incluyendo 1,975 mujeres; nĆŗmero que representa una proporción muy alta de mujeres en la comunidad china, y que constituye una excepción que no se presentó en otros paĆses de inmigración china. Hasta el aƱo 1874 los chinos ingresaron como trabajadores bajo contrato, el cual realizaron en diferentes plantaciones del paĆs. El mayor nĆŗmero de chinos en Guyana es de 10,000 en 1866, pero a partir de entonces y hasta 1910 hay un marcado descenso en la población, lo cual sugiere que muchos murieron (o regresaron a China) en ese perĆodo. Fried (1954) sugiere que la reducción en nĆŗmero de chinos tambiĆ©n se debe, en parte, a que muchos se identificaron como ciudadanos locales; es decir, los hijos de chinos nacidos en Guyana no eran ingresados en el censo como tales. Es notable tambiĆ©n que, a diferencia de otras colonias chinas en HispanoamĆ©rica, los chinos en Guyana estaban claramente divididos entre cantoneses y hakka, los segundos representando población que habĆa emigrado del norte de China hacia el sur a lo largo de los siglos y su dialecto no era inteligible para los del sur. Los cantoneses provenĆan mayormente de Punyu, en Cantón.
4.2.6 PERĆ
Entre 1849 y 1874, PerĆŗ importó un nĆŗmero importante de mano de obra china para trabajar en las haciendas costeƱas y en empresas de trabajos pĆŗbicos, logrando con ello asegurarse un Ć©xito económico durante esos 25 aƱos. En este perĆodo, 87,647 culĆes chinos ingresaron en el puerto de Callao. Sin embargo, en esta Ć©poca de mĆ”xima explotación del guano, que era bien recibido en mercados europeos, suceden una serie de revueltas que se originaron en la inhumana explotación de los obreros chinos. Posteriormente, ocurrió en menor nĆŗmero la inmigración japonesa. Piel, (1974) considera que ambas migraciones han dejado pocos recuerdos de la dura historia de su incorporación al paĆs y propone que el aporte chino actual al PerĆŗ es urbano y pequeƱo burguĆ©s, contrario al acervo de los inmigrantes originales.
NOTAS AL FINAL DEL CAPĆTULO
Los cantoneses son descendientes de gentes originarias de Yueh, región que se extendĆa desde Cantón hasta las provincias adyacentes y hasta la Indochina moderna. Los hakka, cuyo nombre significa āvisitantesā o āgente que visitaā tienen origen en el norte de China desde donde migraron hacia el sur a lo largo de diez siglos, asentĆ”ndose en Kwangtung y Fukien, donde se mantuvieron sin mezclarse con los cantoneses. Otras diferencias incluyen las organizaciones sociales que cada grupo estableció y cierta distancia social que los dos grupos mantenĆan entre sĆ (Chang, 1968).
CAPĆTULO 5
PRIMERAS MIGRACIONES CHINAS BAJO CONTRATO
Durante la mayor parte de su historia, la sociedad costarricense se distinguió por su pobreza y aislamiento de los centros de poder en la región centroamericana, situación que le permitió desarrollarse lenta y modestamente, en relativa paz y con gran estabilidad social. La exportación de cacao desde el valle de Matina en la Costa AtlĆ”ntica, hasta Granada, Nicaragua durante el siglo XVIII habĆa resultado un fracaso económico debido al alto costo y dificultades del transporte y a los impuestos que debĆa pagar (Roses, 1975). Sin embargo, en 1831, el presidente Braulio Carrillo introdujo el cafĆ© (Cafea arabica) al paĆs, y ya a mediados del siglo la modesta economĆa del paĆs empezaba a crecer, debido a la demanda de cafĆ© en mercados europeos, a pesar de que la exportación que se hacĆa por el puerto de Puntarenas en la costa PacĆfica hacia Chile y puertos europeos, resultaba costosa e ineficiente.
La inmigración de trabajadores chinos, al igual que las mĆŗltiples migraciones de otros trabajadores, se debió principalmente a la existencia de una fuerte demanda de mano de obra en el paĆs. La población aborigen, pequeƱa de por sĆ en comparación con la de paĆses vecinos como Guatemala o MĆ©xico, habĆa sido diezmada por la imposición de los sistemas coloniales y las enfermedades epidĆ©micas que trajeron consigo los conquistadores. Hacia finales del perĆodo colonial, y despuĆ©s de haber importado un nĆŗmero muy reducido de esclavos negros, Costa Rica, al igual que otras colonias hispanas, se vio en la necesidad de acudir a Europa para buscar colonizadores que ayudaran a desarrollar sus fronteras agrĆcolas. Con el propósito de promover tal migración, el gobierno creó la Junta Protectora de las Colonias en 1850 y en poco tiempo los inmigrantes extranjeros empezaron a acumular privilegios sobre los nacionales, (FernĆ”ndez G., 1967, 1974). En respuesta, el gobierno intentó seleccionar inmigrantes que se asimilaran fĆ”cilmente a la población local, oponiĆ©ndose al mismo tiempo al establecimiento de colonias de inmigrantes que no fueran europeos. La experiencia de los inmigrantes chinos en Cuba durante las dĆ©cadas de 1850-1870 (PĆ©rez de la Riva, 1978), particularmente los actos de insubordinación y rebelión en respuesta al maltrato fĆsico y al abuso laboral, eran conocidos en la región y preocupaban a los interesados en importar trabajadores chinos a Costa Rica.
Aun asĆ, en 1853 el gobierno de Costa Rica ofreció un primer contrato a un comerciante francĆ©s para traer al paĆs un mĆ”ximo de 200 labradores chinos con la esperanza de que fuera esta la primera en una serie de tales migraciones. Sin embargo, este primer intento no llegó a tĆ©rmino, pero, sin duda, abrió el camino para la llegada de los primeros en 1855.
Posteriormente, el desarrollo de la producción de cafĆ© y el crecimiento de mercados extranjeros, durante las siguientes dĆ©cadas condujo a la idea de construir en Costa Rica un ferrocarril- la tecnologĆa mĆ”s avanzada de la Ć©poca, que ya empezaba a extenderse por toda la región-. PaĆses como Cuba, PerĆŗ, Jamaica y PanamĆ” contaban con ferrocarriles construidos con mano de obra negra, china y del Medio Oriente, cuando el General TomĆ”s Guardia contrató a Henry M. Keith en 1871 para construir un ferrocarril que empezarĆa ese aƱo en Alajuela y culminarĆa 20 aƱos despuĆ©s en una aldea de pescadores en la Costa AtlĆ”ntica - el puerto de El Limón. En el proceso, la monumental obra promovió la llegada al paĆs de grandes nĆŗmeros de mano de obra negra, china e italiana que participó en su construcción y en el desarrollo de la región. La historia del ferrocarril y el desarrollo de la Costa AtlĆ”ntica han sido relatados por una variedad de autores: Duncan (1981), Fallas (1969), GutiĆ©rrez (1981), Palmer (1977), Murillo (1995), Olien (1967), Stewart (1967), Sobrado (1976) y otros.
Sin embargo, antes de que se unieran al ferrocarril los chinos que contrató Keith en 1873, ya en 1855 habĆan ingresado al paĆs 77 inmigrantes chinos provenientes de PanamĆ”: los primeros inmigrantes chinos acerca de los cuĆ”les existe información documental. La historia de estos grupos estĆ” documentada en la tĆ©sis de Zayra M. Fonseca: āLos Chinos en Costa Rica durante el Siglo Diecinueveā (1979), Ćŗnico estudio sistemĆ”tico sobre estos primeros inmigrantes asiĆ”ticos.
5.1 EL PRIMER GRUPO DE INMIGRANTES CHINOS (1855)
Un primer grupo de 32 trabajadores chinos llegó a Costa Rica en mayo de 1855, arribando en el navĆo Restand despuĆ©s de un viaje de 12 dĆas desde PanamĆ”, lugar de origen del grupo. HabĆan sido contratados por el general JosĆ© MarĆa CaƱas para trabajar como empleados en su hacienda "El Lepanto", en la penĆnsula de Nicoya. Siete meses despuĆ©s llegarĆan otros 45 trabajadores chinos, quienes viajaron en el navĆo Josefa, tambiĆ©n desde PanamĆ”, para trabajar en la Hacienda "La Angostura" del empresario alemĆ”n Baron Von Bulow, representante de la CompaƱĆa Colonizadora de BerlĆn en Costa Rica.
Los dos grupos mencionados, un total de 77 labradores chinos, provenĆan de PanamĆ”, donde muchos chinos habĆan estado trabajando en el ferrocarril transoceĆ”nico que habĆa culminado precisamente en 1855, liberando una gran cantidad de mano de obra negra y china, que eventualmente emigrarĆa a otros proyectos de la región (Chang-RodrĆguez, 1958).
Estos primeros chinos fueron contratados como peones y trabajadores domĆ©sticos en las haciendas de estos dos importantes personajes de la Ć©poca, ubicadas en Puntarenas y Cartago. Su llegada al paĆs fue impactante para la sociedad costarricense, que nunca antes habĆa visto un grupo de chinos con el cabello largo trenzado en una cola y un sombrerito de mandarĆn, vestidos con ropas que semejaban piyamas (kimono) y sandalias negras. De acuerdo con los periódicos de la Ć©poca, la sociedad josefina se conmovió ante la patĆ©tica presencia de los culĆes, de estos personajes tan exóticos y tan fuera de lugar, con su aspecto fĆsico tan marcadamente diferente al de los costarricenses de la Ć©poca, y su visaje inescrutable, mezcla de sorpresa, temor y determinación. Lo que no cuentan los relatos de la Ć©poca es cuĆ”l habrĆ” sido el impacto que sobre estos primeros inmigrantes tuvo la sociedad costarricense.
Pocos aƱos despuĆ©s se pasó una ley que sugerĆa que la presencia de chinos en Costa Rica no era enteramente bien recibida. La Ley de Migración de 1862 prohibĆa expresamente la inmigración de chinos y negros al paĆs. Sin embargo, una clĆ”usula especial de la ley permitĆa su ingreso en nĆŗmeros limitados, "si fuera necesario"; excepción hecha en reconocimiento a la imperiosa necesidad que tenĆa el paĆs de mano de obra buena y barata. Debido a que el paĆs no habĆa recibido una cantidad importante de migrantes chinos hasta el momento, es posible que el rechazo expresado hacia ellos en la legislación se basara, como se menciona anteriormente, en las experiencias con migrantes en otros paĆses como Cuba y PanamĆ” (PĆ©rez de la Riva, 1978; Chou, 2002).
De todas maneras, es poco lo que se conoce acerca de los chinos que llegaron en 1855, pero se presume que muchos regresaron a China despuĆ©s de haber trabajado algunos aƱos en el paĆs y haber ahorrado algĆŗn dinero. Otros se establecieron permanentemente en la región donde trabajaban, como sucedió con los que ingresaron posteriormente. Su estadĆa en el paĆs no tiene la trascendencia que habrĆa de tener la del siguiente grupo, el cual arribó en 1873 para trabajar en el ferrocarril al AtlĆ”ntico, correspondiendo al primer y Ćŗnico contrato formal de esa empresa que trajo labradores chinos al paĆs. A pesar de que su historia es desconocida, el primer grupo es, sin duda, parte de los fundadores de la actual Colonia China de Costa Rica; aun cuando generalmente se menciona a los que vinieron a trabajar en el ferrocarril en 1873 como los fundadores de la comunidad china.
Aun cuando en aƱos subsecuentes se volvió a plantear la necesidad de importar mĆ”s trabajadores chinos, en 1862, el gobierno de Costa Rica promulgó la Ley de Asentamientos y Colonización, que prohibĆa el establecimiento en Costa Rica de inmigrantes de las razas āchinasā y āafricanasā, excepto en casos absolutamente necesarios. Pero la ley no definĆa los casos absolutamente necesarios, dejando un portillo abierto para alguna eventualidad. Esta eventualidad se presentó periódicamente con las limitaciones de mano de obra que agobiaban al paĆs durante la segunda mitad del siglo XIX, siendo una preocupación que llevarĆa a algunos a considerar la posibilidad de contratar mĆ”s chinos. En algunas ocasiones se argumentó que estos eran mĆ”s fuertes, mĆ”s inteligentes y mejores trabajadores que otros inmigrantes no-europeos. MĆ”s aĆŗn, la tendencia de los chinos a mantenerse aislados socialmente era bien vista, ya que esto prevenĆa el que se mezclaran biológicamente con la población local.
5.2 LOS LABRADORES CHINOS EN EL FERROCARRIL (1873)
En 1870, la construcción del ferrocarril a la Costa AtlĆ”ntica creó una gran presión sobre la escaza fuerza laboral del valle Central. Ese aƱo, el paĆs contrató a Henry Meiggs para construir un ferrocarril hacia la Costa AtlĆ”ntica, el cual Meiggs dejó en manos de su sobrino, John M. Keith. Los contratistas del ferrocarril propusieron importar por lo menos 1000 labradores chinos sanos y "de buenas costumbres", y acostumbrados a un clima frĆo. AducĆan en su propuesta al gobierno, que esto era necesario para evitar el desplazamiento de mano de obra crĆtica de los cafetales y fincas del valle Central. TambiĆ©n sugerĆan que se formara una comisión para proteger a los trabajadores chinos de los abusos a que estuvieran expuestos en manos de los particulares que compraran sus contratos. Sin embargo, no existe indicación alguna de que tal comisión haya existido.
Es asĆ como los trabajadores chinos fueron contratados en calidad de peones, carpinteros, ayudantes de mecĆ”nica y cocineros, para trabajar en varias secciones adyacentes del ferrocarril entre Cartago y el tramo de la Angostura, al este de ParaĆso. Los contratistas se comprometĆan, segĆŗn el contrato presentado ante el gobierno, a suministrar a los trabajadores comida saludable y suficiente, abrigo techado, tres mudadas de ropa de algodón y a pagar un sueldo de 5 colones mensuales en contratos de trabajo de ocho aƱos (1.). Se comprometĆan ademĆ”s a no exigir jornadas de mĆ”s de 12 horas y a permitir 3 dĆas de asueto a los trabajadores para que celebraran sus fiestas religiosas. El ferrocarril, por su parte, era responsable de la salud de los trabajadores, para lo cual se estableció un hospital de campaƱa, donde se tenĆan inscritos a los chinos con un nĆŗmero de identificación, ya que los nombres eran irreconocibles para los capataces. Finalmente, los compradores de los contratos chinos estaban obligados a aceptar la supervisión de una comisión del gobierno establecida para supervisar el trato dado a los trabajadores. Esta Ćŗltima condición no dejó de ser una mera preocupación, ya que no existe evidencia de que tal comisión se haya establecido en ocasión alguna, (Ver Contrato de 1872 en apĆ©ndices).
Con respecto al primer y Ćŗnico grupo de trabajadores chinos que ingresó a Costa Rica bajo contrato con el Ferrocarril al AtlĆ”ntico, este finalmente arribó al puerto de Puntarenas procedente de Macao, el 31 de enero de 1873. Al partir el cargamento, el gobernador de Macao firmó un pasaporte colectivo para 686 trabajadores. Es difĆcil creer que la diferencia se tratara de una equivocación; lo mĆ”s probable es que 33 labradores en condiciones de salud poco óptimas y mal alimentados hubieran sucumbido ante una de las tantas epidemias que se desencadenaban a lo largo del viaje entre los trabajadores, o que se contraĆan inevitablemente en uno de tantos puertos (PĆ©rez de la Riva, 1978). Algunos pocos habrĆan desertado en algĆŗn puerto intermedio, alternativa difĆcil de sostener ante la fascinación que ejercĆa la MontaƱa de Oro. Posteriormente, otros mĆ”s cayeron vĆctima de las enfermedades a que estaban expuestos en la inhóspita región AtlĆ”ntica y lo extenuante de las tareas de construcción de la vĆa fĆ©rrea.
De esta primera, y Ćŗnica, gran migración, aproximadamente 400 trabajadores chinos fueron asignados a trabajar en secciones adyacentes del ferrocarril entre la ciudad de Cartago y un sitio llamado Angostura, hacia el este. Los trabajadores chinos recibĆan contratos que se extendĆan por 8 aƱos. AdemĆ”s de las provisiones establecidas en los contratos, la compaƱĆa les asignó a un intĆ©rprete (2.) y les permitió comprar pequeƱas cantidades de opio semanalmente. No obstante los esfuerzos aparentes por tratar bien a los labradores, los intentos de fuga eran frecuentes. TambiĆ©n se presentaban muchos accidentes en la construcción del ferrocarril, y la compaƱĆa se vio precisada a establecer un hospital de campaƱa, donde los chinos eran identificados con un nĆŗmero individual, en lugar de un nombre propio
En relación con la disciplina y castigo para los trabajadores que se sublevaban o intentaban fugarse, esta era severa: usualmente se les azotaba y se les ponĆa en grillos y cadenas, forzĆ”ndolos a trabajar en esas condiciones. Eventualmente, el maltrato y las duras condiciones de trabajo llevaron a la primera huelga laboral que registran los anales de la historia de Costa Rica.
5.3 LA HUELGA CHINA EN EL FERROCARRIL (1874)
En 1874, solamente un aƱo despuĆ©s de su llegada al paĆs, un grupo de trabajadores chinos se rehusó a trabajar en las faenas de la construcción, alegando diversas circunstancias, entre las cuales estaba el derecho a dĆas de asueto por motivos religiosos. TambiĆ©n, argumentaron que el dĆa no era favorable para trabajar debido a las continuas lluvias. Ante la fĆ©rrea resistencia de los labradores a trabajar ese dĆa en particular, la compaƱĆa solicitó la intervención de la guardia civil. Un pelotón de guardias civiles partió de Cartago despuĆ©s de abusar del licor, y se presentó en el campamento de los chinos horas despuĆ©s protagonizando un confuso y bochornoso incidente de abuso de autoridad que dejó como saldo 7 trabajadores chinos y un āculiā(3.) muertos, a manos de la policĆa (4.). Posteriormente, una investigación por parte de representantes del congreso estableció el abuso perpetrado, pese a lo cual los responsables de las 8 muertes fueron absueltos.
Las fricciones constantes entre los chinos y otros trabajadores que la compaƱĆa habĆa traĆdo al ferrocarril finalmente condujeron a la separación de los diferentes grupos Ć©tnicos en diferentes campamentos de trabajo a lo largo de la lĆnea. No cabe duda que esta separación facilitó a la compaƱĆa el llevar adelante negociaciones separadas con cada grupo sobre salarios y beneficios. De esta manera, mientras que los trabajadores chinos recibĆan 4.50 colones mensuales, a los trabajadores italianos les ofrecieron 6.25 colones diarios por 10 horas diarias de trabajo. AdemĆ”s, los contratos de los italianos eran por 1 aƱo (Fonseca 1979; De la Cruz 1984; Stewart 1967).
A pesar de las medidas tomadas para mejorar las condiciones laborales, un aƱo despuĆ©s de iniciado el contrato de los chinos, solamente quedaban 236 trabajando en el ferrocarril. En la mayorĆa de los casos, los restantes habĆan logrado que sus contratos los compraran ciudadanos privados y un nĆŗmero indeterminado habĆa muerto. TambiĆ©n, es probable que algunos regresaran a su tierra natal ayudados por sus paisanos.
Para los que dejaron el ferrocarril, el trabajo en los hogares y negocios de los nuevos contratistas no resultaron tan halagüeƱos, ya que se continuaron suscitando fugas y muestras de rebeldĆa.
ComĆŗnmente, los compradores de contratos chinos eran miembros de las clases sociales mĆ”s adineradas, quienes poseĆan plantaciones de cafĆ© y otro tipo de empresas agrĆcolas. Consecuentemente, muchos de los chinos que dejaron el ferrocarril terminaron trabajando como peones en las plantaciones de cafĆ© del valle Central y como empleados domĆ©sticos en las principales ciudades del paĆs. Por lo menos diez chinos fueron a trabajar en las minas de Abangares, en Guanacaste (Fonseca 1979). Otros se dispersaron a lo largo de la vĆa fĆ©rrea en la Costa AtlĆ”ntica, donde se emplearon como cocineros o se dedicaron a vender comidas, tabaco, verduras y pollos, y establecieron, tambiĆ©n, modestas pulperĆas que mĆ”s tarde crecerĆan y se convertirĆan en restoranes, cantinas y lavanderĆas. Una dĆ©cada despuĆ©s del ingreso de los primeros chinos contratados al paĆs, la provincia con el mayor nĆŗmero de chinos era Limón, seguida por San JosĆ© y Puntarenas (Censo de 1883).
A pesar de los problemas laborales de 1874, y la resistencia pĆŗblica a continuar importando trabajadores chinos, en varias oportunidades algunos ciudadanos solicitaron apoyo al gobierno para traer mĆ”s trabajadores chinos al paĆs. En una de estas ocasiones, la comisión industrial del congreso se opuso a los contratos propuestos, aduciendo que se trataba virtualmente de un retorno a la esclavitud.
En 1887, despuĆ©s de haber intentado reclutar mano de obra en Europa, Estados Unidos de NorteamĆ©rica y las islas de Palo Verde, costa noroeste de Ćfrica, Minor C. Keith solicitó, por segunda vez, al gobierno un permiso para importar un nĆŗmero adicional de chinos a Costa Rica. Para ese entonces, el gobierno habĆa expresado claramente sus objeciones en los siguientes tĆ©rminos:
āEl gobierno no desea por ninguna razón que los individuos de la raza china que proceden del Imperio Celeste entren a Costa Ricaā (Relaciones Exteriores, Archivos Nacionales, 1887: No. 160, 105). Unos aƱos antes, en 1875, el periódico oficial, La Gaceta, en su edición del 19 de Junio de 1875 habĆa explicitado su opinión acerca de los chinos: āLos chinos tienen vicios debido a su educación...y defectos raciales que son nocivos para la salud pĆŗblica. Son jugadores y ladrones, rebeldes, crueles y vengativos.. el abuso del opio y su inclinación a cometer suicidio los hace peligrosos, especialmente para trabajar en el servicio domĆ©stico.ā
No obstante lo anterior, en Junio de 1887, el gobierno firmó un nuevo contrato con Keith, permitiĆ©ndole a la compaƱĆa del ferrocarril importar hasta un mĆ”ximo de 2000 trabajadores chinos por un perĆodo que no excediera los dos aƱos (Contrato de 1887, en ApĆ©ndices). La facilidad con que se aprobó un nuevo ingreso de un nĆŗmero mĆ”s grande que el anterior, sugiere que la opinión expresada en La Gaceta no era compartida ampliamente. Sin embargo ya en 1887 un nĆŗmero importante de chinos residĆa en diversas comunidades del paĆs (ver Censo de 1883). Por lo tanto, el gobierno dispuso que para evitar confusiones entre los chinos nuevos y los ya residentes, los nuevos inmigrantes debĆan de reportarse en las oficinas del gobernador de Limón. Y los chinos que ya residentes debĆan de inscribirse en un āarchivo de chinosā en la municipalidad o gobernación de su localidad.
No obstante lo anterior, no existe información oficial sobre el ingreso de chinos bajo el contrato de 1887. De todas maneras, el año siguiente se suspendió la construcción del canal de PanamÔ, y esto liberó un gran número de trabajadores, algunos de los cuales emigraron a Costa Rica poniendo a disposición de los contratistas del ferrocarril una gran cantidad de mano de obra barata.
En cuanto al āarchivo de chinosā, este no se estableció sino hasta 1910, cuando el congreso de la repĆŗblica aprobó una ley en tal sentido, pero el hecho de que esto ocurriera 23 aƱos despuĆ©s del contrato propuesto, sugiere que el mismo quedó sin ejecutar. De hecho, la existencia del contrato de 1887 aprobado, harĆa posible que, eventualmente algunos inmigrantes chinos reclamaran el derecho a ingresar al paĆs sobre la base del mismo. Supuestamente, aunque no ingresaron trabajadores bajo este acuerdo, el contrato quedó aprobado y dio justificación para que ingresaran de manera individual muchos ā un nĆŗmero desconocido de chinos, que decĆan acogerse a ese contrato. (Ver Registro de Chinos, en ApĆ©ndices).
La disposición negativa del gobierno hacia la inmigración de gentes de otro color de piel y otras costumbres volvió a precipitar otro intento formal de evitar el ingreso al paĆs de chinos y otros. En 1897, diez aƱos despuĆ©s de la firma del Ćŗltimo contrato de importación, el ingreso de chinos se habĆa acelerado y el Congreso se vio apremiado a pronunciarse de manera determinante con la siguiente ley:
ArtĆculo 1: A partir de esta fecha, se prohĆbe absolutamente la inmigración de chinos. Esta prohibición no incluye a las personas que ya se encuentran residiendo permanentemente en el paĆs, quienes tienen derecho a salir y entrar al paĆs a su propia conveniencia.
ArtĆculo 2: Se autoriza al poder ejecutivo para limitar la inmigración de individuos que pertenezcan a otras razas, que, a su juicio, puedan ser perjudiciales para el progreso y el bienestar del paĆs, (Colección de Leyes y Decretos, 1897: 70).
La facilidad con que se autorizó el movimiento libre de los chinos residentes en el paĆs se basa, sin duda, en su creciente importancia en el comercio nacional.
Es evidente que antes de emitirse esta ley, entraron al paĆs en condiciones irregulares muchos inmigrantes chinos que se acogĆan al apoyo y solidaridad del clan familiar, cuando contaban con familiares en el paĆs, y de la comunidad china en general. Algunos entraban en condiciones extremadamente irregulares, viĆ©ndose forzados a utilizar rutas y medios mĆ”s apropiados para el contrabando de mercaderĆas. En la Costa AtlĆ”ntica, tanto la desembocadura del rĆo Matina, como las playas de Cahuita y Puerto Viejo, y Sixaola, en la frontera con PanamĆ”, fueron testigos del ingreso de un nĆŗmero desconocido de inmigrantes chinos y de otras nacionalidades. Matina, en algĆŗn momento se convirtió en un punto de recepción y orientación para los reciĆ©n llegados que ingresaban en condiciones irregulares, ofreciĆ©ndoles refugio y dirección para que alcanzaran el destino propuesto (Entrevista Xing, 1986).
En el caso de la costa PacĆfica, la mayorĆa de los inmigrantes chinos ingresó por el puerto de Puntarenas, donde residĆan importantes comerciantes chinos. De ahĆ, procedĆan a contactar a miembros de su familia extendida en puntos cercanos en Guanacaste.
Claramente, los inmigrantes chinos buscaban medios independientes de subsistencia. La mayorĆa de los que ingresaron al trabajo del ferrocarril terminaron sus contratos en manos de ciudadanos privados, trabajando como domĆ©sticos, cocineros y, en algunos casos, como peones. Sin embargo, tan pronto como las condiciones laborales, sus ahorros, y las oportunidades de crĆ©dito se los permitĆan, muchos establecĆan pequeƱos restoranes, conocidos como āfondasā, donde desplegaban sus aptitudes de cocineros. Otros negocios eran las conocidas pulperĆas de barrio, y los establecimientos de ventas de licores, vinaterĆas y aguardenterĆas, ademĆ”s de las anecdóticas lavanderĆas chinas (5.).
Aquellos chinos que se asentaron en la Meseta Central, segĆŗn el estudio de Fonseca, contaron con menos capital y crĆ©dito para invertir en el comercio, y al mismo tiempo enfrentaban probabilidades mĆ”s altas de verse involucrados en actividades ilĆcitas, que aquellos que residieron en los puertos de Puntarenas y Limón.
A juzgar por el nĆŗmero de transacciones económicas en que participaron, asĆ como el nĆŗmero de inmigrantes en la población, es posible asegurar que para los inmigrantes chinos, el puerto de Limón era considerado como la mĆ”s atractiva de las ciudades del paĆs. En la dĆ©cada de 1880, siete aƱos despuĆ©s del ingreso de los 653 labradores que trabajaron con el ferrocarril bajo el primer y Ćŗnico contrato ejecutado, el tipo de transacción económica que predominaba entre los chinos de puerto Limón fue la firma de bonos de crĆ©dito con comerciantes y prestamistas locales, lo cual sugiere que muchos de los que habĆan dejado el trabajo en el ferrocarril se iniciaban en el comercio. Estos mismos pequeƱos comerciantes fueron estableciendo los grandes almacenes generales que se hicieron famosos en el puerto de Limón en las primeras dĆ©cadas del siglo XX, donde se vendĆan productos nacionales y europeos, vinos y licores finos, y todo tipo de mercaderĆa y comestibles de Asia.
En esos aƱos, se destacaban los siguientes negocios chinos en el paĆs: en Puntarenas era muy conocido el Man Chon Sing (āmil regalosā), de JosĆ© Chen Apuy, mientras que en Limón se encontraba el elegante El Caballo Blanco, del distinguido Felipe Wing Ching, la panaderĆa de la familia de Alejandro León y los negocios de varios tipos de JosĆ© JoaquĆn León, Ramón Acón, y Guillermo Castro Lee. Entre estos, era muy conocido el gran AlmacĆ©n HapSingLung de Juan JosĆ© León Ayee. En Cahuita, dominaban el almacĆ©n, restorĆ”n y cinema de Alberto Lam y en Puerto Viejo, continĆŗan ofreciendo servicios los negocios de la familia León Salazar.
Tanto por el empeƱo y las prĆ”cticas mercantiles de los chinos, como por la naturaleza del negocio de licores en una región como la Costa AtlĆ”ntica, donde predominaban los hombres solos, no debe sorprender el hecho de que en 1902, aƱo en que se estableció la municipalidad de Limón, 28 de los 30 comercios de licores de la ciudad estuvieran registrados a nombre de comerciantes chinos. Tampoco era algo inusitado que la municipalidad subastara mĆ”s patentes de la permitidas por la ley, tal era la demanda de licores y la fluctuación en el nĆŗmero de la población, lo cual hacĆa difĆcil asegurar el nĆŗmero exacto de pobladores en una localidad. De esta manera, a menudo un comerciante chino pagaba a la municipalidad para que realizara un censo distrital, con el propósito de determinar si era posible ofrecer mĆ”s patentes de licores. Los registros de la municipalidad de Limón no muestran que otros comerciantes fueran tan acuciosos como los comerciantes chinos pagando para la realización de censos que permitieran establecer nuevos dispendios de licores.
Un evento de interĆ©s con respecto a la situación de los chinos en Costa Rica ocurrió a finales del siglo XIX, cuando el gobierno de los Estados Unidos intentó que su cónsul en el paĆs representara a los residentes chinos. El gobierno de Costa Rica negó la solicitud diplomĆ”tica, agregando que no podĆa entender la preocupación del gobierno norteamericano por cuanto en ese paĆs se habĆan promulgado leyes muy estrictas en contra de la inmigración china. Poco tiempo despuĆ©s, el embajador chino en Washington hizo solicitud para representar a los chinos en Costa Rica, sin lograr la aprobación. No fue sino hasta 1941, durante la presidencia de Calderón Guardia, que el gobierno de Costa Rica reconoció por primera vez a un cónsul chino.
A pesar de las leyes que diferentes gobiernos promulgaron contra los chinos y otros a lo largo de los aƱos (Ver ApĆ©ndice: Leyes Que Afectaron Migración China a Costa Rica), estĆ” claro que los chinos tenĆan muchos amigos entre las clases gobernantes. En los mejores tiempos del empresario chino Juan JosĆ© León Yee, Julio y AdĆ”n Acosta participaban en las fiestas que el empresario hacĆa en sus vastas propiedades. TambiĆ©n, era bien sabido que el presidente Julio Acosta fue socio de negocios con León y otros. Junto con ellos, el abogado RomĆ”n Julio Lamicq ā con apoyo del prestigioso jurista Alfonso Caso en MĆ©xico- defendió los derechos y representó a los chinos en Costa Rica, (Entrevista Chen Apuy, 1986).
NOTAS AL FINAL DEL CAPĆTULO-
(1.) Stewart indica que fueron cerca de 1,500 labradores italianos que ingresaron a trabajar bajo contrato por 1 aƱo en las mismas condiciones que los chinos, pero recibiendo 5 veces mƔs, (Stewart, 1967).
(2.) Para facilitar la comunicación con ellos, la compaƱĆa contrató a un enigmĆ”tico traductor que hablaba chino y espaƱol, JosĆ©. A. Bringas, de quien poco se sabe, y cuyo papel en las contrataciones en China constituye un misterio.
(3.) āCuliā es el tĆ©rmino que se da a los trabajadores chinos en general en los documentos de estudio. Sin embargo, era mĆ”s apropiado para aquellos que vestĆan a la usanza de los trabajadores chinos: kimono con mangas amplias semejando patas de caballo, trenza de cabello como una cola, y un breve sombrero redondo sobre la cabeza. Se suponĆa que este atuendo les habĆa sido impuesto durante la dominación ManchĆŗ para humillarlos, haciĆ©ndoles ver como animales. En Costa Rica se hizo una diferenciación como sugiere el informe sobre la huelga china, cuando se informa que murieron 7 chinos y un CulĆ. MĆ”s aĆŗn, en 1910 aproximadamente 50 hindĆŗs arribaron como polizontes de un navĆo de carga a puerto Limón y asumieron residencia ahĆ, accidentalmente, cuando el navĆo en que viajaban los abandonó en ese puerto. A ellos se les llamó CulĆs, quizĆ”s por la vestimenta, no por las caracterĆsticas fĆsicas. Sus descendientes residen en la zona sur del puerto de Limón, (Entrevista Chen Apuy, 1986).
(4.) Quince Duncan, escritor negro Limonense considera que la contratación de estos trabajadores chinos en el ferrocarril era prÔcticamente equivalente a la esclavitud a que estuvieron sometidos los negros antes de que se aboliera la esclavitud en 1821. La experiencia de los chinos que migraron a Cuba y a Perú, fue igualmente penosa y denigrante y condujo a múltiples sublevaciones y a numerosos actos suicidas (Pérez de la Riva, 1978; Chou, 2002).
(5.) El Censo Comercial de 1903 muestra que en el paĆs existĆan 7 lavanderĆas, todas en manos de chinos. Seis de ellas se encontraban en puerto Limón. Es probable que esto se debiera a que siendo el puerto de Limón el centro comercial de Costa Rica, contaba con muchos trabajadores de oficina y comercio, entre ellos un alto porcentaje de hombres solos, que utilizaban ropa formal y acudĆan a las lavanderĆas locales para el cuido de sus vestimentas.


