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Foto del escritorComunidad China

Javier Chan Wong, plasma su vida en un libro: su principal legado para sus futuras generaciones

Actualizado: 26 sept 2023

Nota redactada por: Tatiana Gutiérrez Wa-chong





De una manera muy creativa escribió su historia y las plasmó en las páginas del libro que quedará como su principal legado.




Sus hijos, uno afincado en Ginebra y otra en Washington, se reunieron vía internet, para escoger los temas de las cosas que querían conocer de él. Su vida, sus padres, familia, amigos y actividades que realizó.



De esta manera, de un Día del Padre de un año, hasta el Día del Padre del año siguiente, le estuvieron enviando un tema diferente todas las semanas, los días lunes.


No siempre tenía a la mano o en su conocimiento, de los temas que sus hijos le interrogaban, así que en algunos tuvo que recurrir a sus hermanas, tanto para argumentar la narrativa como para ilustrar el libro con algunas fotografías que estaban en manos de ellas.


Estos aportes embellecieron mucho el diseño de esta obra literaria.



Al principio, este arquitecto reconoce que no le gustaba mucho escribir, pero conforme pasaban los temas semanales le comenzó a “Agarrar sabor a la cosa” y a pensar que lo que estaba escribiendo, iba a servir, sobre todo, para que sus nietos conocieran parte de lo que había sido el pasado de su vida.


Máxime que justamente en el momento que estamos, sus dos hijos le anunciaron que sus hogares se están bendiciendo con la llegada de sus nietos. Esta noticia fue sin duda, un bálsamo de alegría para sus vidas.

En el libro, se destaca, el rescate de los temas del pasado con sus hijos, su mamá, sus padres, sus hermanos, experiencias con la colonia y la Juventud China de Costa Rica.



¿Cuándo llegaron sus padres a Costa Rica?


Según me contaron mis hermanos mayores, mi papá llegó como inmigrante y se estableció en La Mansión de Nicoya. En ese pueblo, puso un negocio para comerciar abarrotes.


Como buen chino trabajador, él se encargaba de cargar los sacos de arroz, frijoles, azúcar etc, para luego empacarlos en bolsas de una, dos o cinco libras para revenderlos y comerciar más fácilmente con los vecinos. Esa medida de peso era la que se usaba en aquel tiempo.

Posteriormente, se trasladó a la cabecera de la provincia de Puntarenas, igualmente a trabajar en comercio, pero en algún momento comenzó a extrañar a su amado Sangeon, pueblo originario de China.


Tomó la decisión de ir a El Pozo, luego llamado Puerto Cortés y hoy, Ciudad Cortes, para despedirse de algunos amigos que había hecho en su paso por Guanacaste y Puntarenas.


Estando en El Pozo, conoció a una familia de chinos muy numerosa, la cual tenía, entre los doce hijos, a una china preciosa, de la cual se enamoró, y se convirtió en su esposa.

Tal vez, por esta circunstancia, se estableció definitivamente en Puerto Cortes, poniendo su negocio, que iba desde una tienda, a abarrotes y hasta ferretería. De este hogar nacieron 5 hijos, uno de ellos, el escritor del libro.


¿Cómo fue que usted se vino para San José?


Bueno, para papá, siempre fue una prioridad el que todos los hijos estudiáramos una profesión. Él decía que la vida se enfrenta mejor con una buena preparación académica.

Por eso es que ambos, mamá y papá hicieron un gran esfuerzo y sacrificio para que todos migremos a San José, para estudiar, ya que era donde estaban los centros de estudios más importantes del país.

Digo gran sacrificio porque en primer lugar, se estaban desprendiendo de sus hijos, que solo volverían a ver en las vacaciones, y segundo, el costo que representaba mantenernos a los cinco en la capital.

En principio, mis hermanos mayores estuvieron en colegios internados (vivían y estudiaban en el colegio), y luego, alquilaron una casita y nos mandaban una muchacha para que nos ayudara con las labores domésticas. En un inicio todo lo teníamos que hacer nosotros, en especial mis hermanas mayores.


¿Puede contarnos alguna historia de su época en la Juventud China? ¿Qué recuerdos tiene de ese tiempo?


Cuando recién entraba a la Universidad, ya papá y mamá estaban viviendo en San José, pocos días después del incendio que quemó el negocio y la casa de la familia en Puerto Cortés.

Fue un evento muy triste para todos, en especial para mis padres.

Cuando ya vivíamos todos juntos en San José, ellos me comenzaron a motivar para que participara activamente con el grupo de la Juventud China de San José.

Este grupo siempre recibió apoyo de la Asociación china Mayor. Nunca se podrá olvidar a gente como don Luis Wachong o don Juan Siu gui, por ejemplo, que siempre nos dieron su apoyo para las cosas que emprendimos.

Yo participé en el segundo grupo de jóvenes chinos que ellos apoyaron.

Al inicio, hacíamos “mejengas” de fútbol mixtas. Luego nos estimularon con la compra de bolas de volleyball y la net.

Como yo ya jugaba volleyball en el colegio, me encantó que se incorporara ese deporte en el grupo de la juventud china.

Con el paso del tiempo, nos trajeron un entrenador chino de ping pong, además nos compraron tres mesas de ese deporte.

Yo para ese deporte nunca fui bueno, aunque si participaba activamente de todo lo referente a lo que hacíamos como grupo de amigos.

Como yo era tan participativo (pelotero, dirían algunos), cuando la Mayor nos pidió que nos organizaremos con una junta directiva, me asignaron como presidente de la Juventud China por cinco años consecutivos. Siempre tuve el apoyo de una prima muy querida, Betty en nuestras funciones como directivos. Este trabajo por la colonia china siempre fue totalmente gratuito, solo por amor.

Algunos me decían que si yo no continuaba, el grupo de la juventud china podría ir desapareciendo.

Con este grupo de amigos, logramos organizar los bailes de elección de la reina que nos representaría en las Convenciones de colonias chinas de Centroamérica y Panamá.

Creo que fuimos algo exitosos, porque de cinco elecciones que hicimos de la reina que nos representaría en esas Convenciones, logramos coronar a cuatro como reinas de Centroamérica y Panamá.


En su vida adulta, ¿tuvo oportunidad de conocer China? ¿Fue su viaje como lo esperaba?


Llegar al pueblo donde nació mi papa, fue muy emotivo, pero la verdad , lo primero que pensé, fue que si el pueblo donde vivió él hace varias décadas, entre 50 o 60 años, en la actualidad, es un pueblo como los muchos que hay en Costa Rica, como habrá sido cuando papá salió de China para emigrar hacia Costa Rica.

Pensé… ¿Por qué querría volver a un pueblito tan pequeño y sumido en una escasez evidente? La respuesta era evidente: el arraigo familiar siempre fue muy fuerte, tal y como nos enseñó a nosotros, sus hijos.


¿Cómo conoció a su esposa?


Nosotros fuimos compañeros de carrera universitaria inicialmente (arquitectura) desde la primera materia que recibimos, Introducción a la Arquitectura. Partimos como compañeros y por circunstancias propias de los inicios de la carrera, nos pusieron a hacer trabajos manuales. Entre ellos, estaba hacer un títere.

Yo hice uno que imitaba a los pregoneros que en la universidad ofrecían y vendían el periódico Pueblo.

Pues yo comencé a jugar con el títere ofreciendo a ella ese famoso periódico cada vez que nos topamos durante todo el tiempo que duró el curso lectivo. Pueblo…Pueblo…Pueblo, le insistía. Ella se ponía muy disgustada y casi se peleaba conmigo. Cuando fue pasando el tiempo, nos hicimos amigos, al punto que íbamos a todos lados juntos.


Almorzamos, tomamos café en la Soda Guevara, nos comíamos una empanada de frijoles en la soda Songorocosongo. Andábamos en todo lado juntos hasta que con el pasar del tiempo, nos comenzamos a hacer falta uno al otro y de pronto…ya éramos novios.


Ocho años duró nuestro noviazgo, y no quisimos dar el paso al matrimonio, hasta que no tuviéramos el título de licenciados en arquitectura.


Ya con el título en nuestras manos, decidimos casarnos y hasta hoy, van 39 años de feliz matrimonio.


Durante un tiempo, vivimos en un apartamento, luego, recibimos una gran ayuda de mis suegros y pudimos vivir en casa propia por algunos años.


En ese transcurso de tiempo, compramos el terreno de la casa donde vivimos en la actualidad, misma que diseñamos y construimos en un lapso de siete años. Esto debido a que solo le podíamos dedicar a nuestra casa, los lapsos de tiempo cuando nuestra cuadrilla no estaba trabajando en los proyectos que nos contrataban.


Esta etapa de nuestra vida, merece contarse en un libro completo, porque entre “brincos y saltos “, hemos logrado mantener una familia feliz, unida y cargada de amor entre nosotros, sin dejar de lado ese mismo sentimiento con mis hijos, sus respectivas parejas y ahora con mis nietos.


Además de este libro ¿Cuál cree usted que es su principal legado para sus nietos y su familia?


No podría dejar de lado que para contestar esta pregunta, definitivamente tengo que involucrar a mi compañera de vida…mi esposa Heidy.

Con ella aprendimos que la unión familiar, el caminar juntos mostrando un fuerte sentimiento de amor entre nosotros…por nuestros hijos y sobre todo, por Dios, es lo más importante para optar por una familia vigorosa, fuerte y capaz de enfrentar la vida con hidalguía.



Ahora vienen mis nietos, un eslabón más en nuestras vidas.

Un complemento importante que viene a llenar un vacío que teníamos y que ahora valoro como indispensable para que la unión familiar alrededor de las familias de mis hijos, fortalezca los sentimientos de amor que prevalece entre ellos y por supuesto, con nosotros…sus abuelos.


Ahora me siento con el deseo de que mis nietos aprendan de sus abuelos a valorar esta unión familiar que ha prevalecido en sus padres y en nosotros, con amor, paciencia, comprensión y tolerancia.


Deben aprender a ser selectivos con las personas que los rodearan porque deben saber que así como existen personas que los aman…también se van a topar con personas tóxicas y dañinas para sus vidas, y que es importante aprender a identificarlas para estar prevenidos y que no los sorprendan porque les pueden causar daño, con ellos hay que aprender a convivir y sobrevivir en esta vorágine que se llama mundo.



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